Opinión

¿De qué industria habla la UIA?

Carta abierta GBA Sur Alte. Brown

El mundo está recogiendo hoy las cenizas de esa fantasía, que la modernidad en la etapa de expansión capitalista neoliberal ha impuesto con un ímpetu cuasi genetista, de que el mercado era el único capaz de organizar la vida económica de los hombres. Las formas civilizatorias dejaron a la economía nacional, entendida como política pública, relegada detrás de los discursos del liberalismo económico. Asistimos a un desarrollo que ha dejado fuera a su destinatario, el hombre, para colocar en el centro el dinero y su circulación limitada, transfigurando la libertad de los pueblos en formas acomodaticias para la acumulación de riquezas en manos de pocos.
Hemos incorporado ese discurso que no nos pertenece como sujetos, hablamos como el discurso del poder económico quiere que hablemos, esto es sin dudas, la génesis de la derrota cultural que padecemos. Los medios de comunicación son la herramienta para la difusión de estos discursos formadores de cultura, que, desinformando y mintiendo, construyen valores de dependencia con la formación de una conciencia dependiente compartida por amplios sectores de la sociedad. Vemos así que el sujeto, en el vivir de todos los días, hace que su eje de existencia gire en el tener y no en el ser, volviendo inauténtica su pulsión vital.
Muchos son los avatares desde los inicios de nuestra república para lograr la consolidación de la independencia, es por ello que hoy los argentinos, en vista al bicentenario, debemos darnos la discusión de lo que han sido los patrones de acumulación de la riqueza en nuestro país, para así comenzar a delinear formas que superen las inequidades que esos patrones de acumulación han generado. La crisis sistémica que atraviesa el capitalismo requiere de un nuevo reparto de roles en la división internacional del trabajo, situación de tensión que nos exige definir, nuestra perspectiva en el nuevo escenario económico mundial. Se hace necesario para vislumbrar este horizonte un análisis profundo de las variables políticas, sociales, culturales y económicas que logren impulsar el crecimiento que queremos darnos como pueblo, y configurar nuestras relaciones con los pueblos del mundo.
Los proyectos nacionales emancipatorios fueron masacrados por los dueños planetarios del dinero y sus aliados locales, que no dudaron en utilizar absolutamente todos los mecanismos para mantener a nuestro país en el rol que les fuera funcional a sus planes, esto es: el apoderamiento y la explotación de nuestros recursos, limitando el desarrollo industrial, y segmentando a nuestros pueblos como clientes cautivos y no clientes, ante el pseudo juego libre del mercado. Este plan desbarató todo impulso de desarrollo de una estructura productiva, dejando desamparado a los ciudadanos de las grandes urbes, actores principales y victimas directa de este trasfondo. La interrupción del impulso industrial como centro de desarrollo es, sin dudas, el motivo que debemos analizar a la hora de retomar ese camino de consolidación de la independencia económica, como única forma de defender nuestros derechos y desenmascarar a los que una y otra vez los pisotean y los violan.
Como hombres y mujeres del Gran Buenos Aires, comprendemos que se vislumbra en nuestro país y en varios países hermanos ese impulso de desarrollo dignificante, y en el Gran Buenos Aires, por pertenecer a este territorio de enclave industrial, nos sentimos interpelados en hacernos eco de ese impulso emancipatorio de Latinoamérica. Entendemos que debemos constituir un bloque de países y que hoy, más que nunca, debemos juntar los hombros y marchar juntos con formas creativas de cooperación solidaria aunque estemos transitando diferentes niveles de desarrollo.
El delineamiento de las políticas de desarrollo industrial debe hacer foco en aquellas iniciativas que agreguen valor como las autopartistas, mataderos pequeños, pequeños productores agropecuarios y agroindustriales, industria de indumentaria y de calzados, pymes, entre otros, que les sume competitividad, buscando dispositivos sólidos alineados a un proyecto nacional, donde el acceso a las nuevas tecnologías no estén reservadas solo para los capitales concentrados.
Lograr una eficiente integración, apoyada en la investigación científica, para un desarrollo tecnológico, y formas de concreción para la inventiva, todo ello en clara armonía con nuestro hábitat, atendiendo las características propias de cada zona, cada localidad, cada barrio.
Una política pública de desarrollo productivo, que atienda la justa distribución de la riqueza desde las formas inclusivas de mano de obra con participación directa en este crecimiento. Ello es participación en las ganancias y en la planificación estratégica de las unidades productivas.
El cordón del conurbano fue la base de los emprendimientos que históricamente nacieron en períodos de sustitución de importaciones y están hoy, ante este escenario mundial y ante este impulso latinoamericano, a la espera de atención. Debemos, entonces, tener en claro que las formas de riquezas en sus variantes monopólicas, tanto del agro como de la industria, no coincidan con este rumbo, sus intereses son diferentes, y se ven amenazados ante esta reconfiguración. Lejos de encarnar ese rol nacional comprometido con un proyecto de desarrollo que permita brindar beneficios para todos los argentinos, que se proyecte desde su identidad, para llevar adelante su misión, cohesionándose con otros actores que componen el entramado productivo de la nación; la UIA, por el contrario, en varias oportunidades de la historia, se ha comportado de una manera: extranjera, que significa “de afuera”, bárbara, que etimológicamente remite a los “pueblos que hablaban otro idioma”, extraña, que connota a lo que “no se sienten parte”. Cabe destacar además esa ficción topológica de la conformación histórica de la inexistente burguesía industrial: acentúa este extrañamiento cuanto más se avanza en la acumulación de riquezas y se asciende en una escala piramidal social; y cuanto mas se expande su actuación industrial y comercial por el globo terráqueo pierde el eje de su punto de partida. Estos logos, firmas, marcas no nos representan como conjunto impulsor de la producción. Exigen sin eufemismos, con una exigencia escondida en solicitudes de diálogo y de falsos auxilios, el no permiso de Venezuela como socio del MERCOSUR, manifestándose en condenas ante una medida soberana de un gobierno de una nación latinoamericana que entendió que hay riquezas estratégicas que no pueden estar en manos de multinacionales egoístas y sin escrúpulos. Entonces presionando aquí y confabulando allá, buscan el impacto mediático que abone el proceso de retroceso en el que desean situarse. Decimos entonces que bajo la falsa postura de industria nacional desprotegida, argucian, se explayan y actúan sin pruritos para desvirtuar el significado de una medida irreprochable, además de soslayar e intentar perjudicar una relación de cooperación con un país hermano. Hay que señalar que el intercambio económico con Venezuela fue para el año 2007 de 4351 millones de pesos en concepto exportación de productos manufacturados con valor agregado, tecnologías y servicios, y este año supera esa cifra, afianzándose un lazo estratégico de crecimiento compartido. Este vínculo no solo comercial, sino también de hermandad cultural, reiniciado en estos últimos años con los países latinoamericanos debe vigorizarse para conformar un bloque económico y comercial sólido.
“Con arrebatos cambiantes, la fanfarria de una restauración conservadora…” deja expuesta otra vez, en esta seguidilla, la añoranza de un estado títere que apañe los vicios y caprichos de una casta incrustada con ahínco en nuestra sociedad, que tejió sus redes con otras castas que si bien hoy pueden estar bajo el paraguas de otras denominaciones vienen del mismo origen oligárquico. No hacen más que impedir, para que todo quede igual, para que nos vaya mal, para seguir usufructuando solo ellos y nadie mas que ellos, las mieses de esta etapa neoliberal, buscando volver a esos años que les resultaron dorados, sosteniendo muestras de repulsa hacia los sectores postergados a quien ya han identificado territorialmente con el eje Matanza-Riachuelo, dejando al descubierto que poco les importa un impulso industrial, un desarrollo de mercado interno, una política social en su conjunto, la “restauración conservadora” solo reserva para éstos territorios políticas de “seguridad”.
Suman a sus filas, e incursionan en las listas electorales, proponiendo una pseudo alternativa política, que no es otra cosa que figurillas de ocasión, “política como expresión de vedettismo, de empresas individuales con fines de lucro, de expresiones pandillescas…” , dejando reflejada su nueva embestida mediante el monopolio de la palabra. Monopolio que está en pie de guerra, del todo o nada, del tiempo acotado, de la urgencia del manotazo de ahogado, ante la discusión de una nueva ley que ponga freno a la verborragia destructora desmedida.
Los jefes industriales de la UIA enarbolan su simbólica pero irreal representación de todos los industriales argentinos con el solo fin de reasegurarse sus lugares de poder económico, sin mediar en su compulsa, ápice alguno de una idea de conjunto. Dada esta especificidad subjetiva, es que no pueden representar más que sus propios intereses, para ellos comprometer un salario mínimo de $1288, para aquellos trabajadores que no participan en paritarias, es inconveniente en esta época de crisis. Lo que representan entonces, corresponde a su propia economía libidinal, es decir, el exceso macabro de sus intereses, que lo emparenta directamente con los ideales mortíferos de la civilización capitalista. Debemos preguntarnos los argentinos: ¿qué nos dejan estos grupos que han demostrado sobradamente el desprecio hacia nuestros pueblos?, ¿en qué medida aportan estas firmas para el crecimiento de nuestros hombres?, ¿qué propuestas nos hacen estos logos tan fuertemente simbolizados para el futuro?, ¿por qué nos piden que abortemos relaciones y cooperaciones con nuestros pueblos hermanos?
Ante éstas reflexiones, hoy se reafirman los dichos de hace más de treinta años: “…esta entidad no es unión, ni es industrial y mucho menos argentina.”
Carta Abierta GBA Sur como parte de ese territorio intermedio entre el campo y la ciudad quiere convocar a ahondar la discusión sobre el desarrollo socio-productivo, con el convencimiento de que el delineamiento de las políticas públicas solo se concreta con la participación y el compromiso de todos desde las diferentes disciplinas y saberes. El estímulo al desarrollo socio-productivo por parte del estado debe ser claro y debe permitir a los pequeños y medianos emprendedores fortalecerse y crecer en esta etapa, son ellos los que deben propulsarse para ocupar el centro de atención y formular una alternativa de poder que se oponga al poder entreguista de los especuladores que solo piensan en la producción de dinero para sus arcas, aislada de la producción de bienestar general.

Carta abierta GBA Sur Alte. Brown
Junio 2009

 
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