Opinión

La Prepotencia del Capital
*Por Hugo Delgado
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Algunos teóricos dicen que la implementación de la figura de la justicia fue una salida que los señores feudales a los problemas que les generaba tener que dirimir disputas entre sus súbditos.
Esos mismos teóricos dicen que, entonces, es utópico pretender que la justicia sea imparcial cuando se dirime una causa entre alguien poderoso y alguien que no lo es.
Pero... ¿Por qué estoy hablando de esto?
Es que me quiero referir hoy a un tema que hace ya muchos años me viene perturbando:
La Cuestión Palestina.
Yo se que algunos dirán que esos no son temas que le interesen a un lector de medios locales, ni siquiera regionales, como el nuestro, sin embargo imagino que lo mismo le habrán dicho al director de algún pequeño periódico de Tarhunah, ciudad ubicado a ochenta kilómetros de Trípoli, cuando se escandalizaba por los asesinatos de la fuerza multinacional en Irak.
Porque Libia hoy puede ser Venezuela mañana, o Argentina pasado o cualquier país que posea recursos naturales que interesen al imperio como el petróleo hoy o el agua mañana.
Me gustaría saber que van a decir aquellos que hoy parecen despreocupados de la suerte ajena cuando le empiecen a caer bombas en la cabeza, cuando sus hijos pequeños y sobrinos y nietos sean asesinados en nombre de la libertad y para defender a la población civil de su país.
Y otra vez parece que me aparto del tema, pero no. Es que el tema de La Cuestión Palestina tiene que ver un poco con esto y un poco con aquello.
Tiene que ver con los enjuagues de los ingleses después de la Segunda Guerra Mundial, injertando en territorio de una colonia, Palestina, un pueblo tan dueño del terreno como Los Pampas hoy del centro de la Provincia de Buenos Aires. Pero no un pueblo pacífico que se dedicó a convivir con quienes allí residían, por el contrario, un pueblo hostil que se dedicó a justificar el asesinato de quienes habitaban ese territorio mediante provocaciones y actos de terrorismo.
Un pueblo que fue votando gobiernos cada vez más criminales; cada vez más terroristas; cada vez más racistas e intolerantes.
Un pueblo que vota sin cargo de conciencia alguna; gobiernos que llevan adelante una silenciosa y cruenta limpieza étnica en Palestina.
El año pasado el gobierno de Israel atacó en aguas internacionales a una flotilla de activistas internacionales que llevaban alimentos y materiales de construcción a la población de Gaza y dio muerte (asesino) a casi una docena de personas desarmadas.
Este año ese mismo gobierno ha realizado actos de terrorismo en el puerto de Creta, en la aún supuestamente soberana Grecia.
No obstante ello también se encargó de anunciar públicamente que iba a llevar a cabo cualquier acción que fuera necesaria para evitar que estos activistas llegaran con su carga a la zona Palestina sometida a un bloqueo inhumano.
Ahora bien...
¿Qué tiene que ver este tema con la justicia y con el capital?
Varias cosas, en primer lugar Palestina está esperando hace cincuenta años que la Organización de las naciones Unidas haga cumplir la letra de sus resoluciones. Por violaciones mucho menores que estas se ha arrasado pueblos enteros como el caso de Yugoslavia. Por la muerte de muchas menos personas ¿incluso no comprobadas en los hechos más que por “versiones periodísticas” se está arrasando Libia.
Sin embargo nada se ha hecho hasta aquí con Israel, un estado racista que discrimina por credo y nacionalidad; un estado terrorista que ha legislado la tortura a los presos políticos; un estado criminal que ha cometido magnicidios en otros estados en nombre de “su seguridad”; un estado violador del derecho internacional como quedó evidenciado con el caso de la Flotilla de la Libertad el año pasado.
El pleno de la Organización de las Naciones Unidas tiene en pocos días la posibilidad de poner una pequeña cuota de justicia en todo este tema reconociendo al Estado Palestino y ordenando la restitución de su territorio a la Resolución del organismo del año 1967.
Como corresponde Israel ya anunció que si las naciones libres del mundo reconocen al Estado Palestino tomará represalias (que en buen romance significa que incrementará su acción criminal y de limpieza étnica en los territorios ocupados).
Aún así los palestinos están dispuestos a seguir inmolándose ante la agresión belicista israelí.
Habrá que ver, pues, hasta donde están dispuestos los pueblos del mundo y sus tibias administraciones políticas a seguir tolerando que en nombre de un dios y de un pasado de genocidio sufrido en carne propia Israel siga cometiendo un genocidio con el pueblo palestino que solo reclama su genuino derecho a trabajar, a vivir en paz sin que soldados de una nación extranjera cometan todo tipo de arbitrariedades en su territorio.
El concierto de naciones soberanas tiene la palabra.

 
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