Opinión
La Mancha Voráz
Una de las características de la destrucción de los sistemas solidarios, construidos al amparo del Estado de Justicia Social, diferenciado éste del estado de bienestar europeo de la pos-guerra, ha sido la irrupción obscena y prepotente del capital financiero en su afán de lucro desmedido propio del capitalismo salvaje bajo la forma camuflada de servicio social.
Así como en educación de la mano del Banco Mundial edificaron la teoría y práctica de las escuelas Express, en salud irrumpieron con las prepagas, en su concepción de seguro de salud, conceptualmente ajeno a lo sanitario y propio del financiamiento, para finalmente después del decreto 446/00 de desregulación, avanzar como inundación sigilosa y nocturna. Como la mancha voraz, en el sistema social solidario de salud de las obras sociales, produciendo un efecto desbastador de implosión, que pasaré a explicitar.
Un sistema solidario se basa en un equilibrio dado por la mecánica etaria, por edades y situaciones, de toda sociedad, es decir desde los jóvenes a los viejos, desde los sanos a los enfermos y quienes mas ganan y menos ganan, aportan a un sistema que brinda excelencia y complejidades terapéuticas en la medida que los aportes de los mas solventan, los gastos de los menos. Así funciona la solidaridad activa, en la Argentina y en el mundo, desde la salud a las cajas previsionales, desde la escuela pública al Estado, todos aportamos al llamado “bien común”.
Ahora cuando en los 90 el Banco Mundial, con la coerción de los créditos en realidad endeudamiento externo, avanza sobre los sistemas solidarios no lo guía ese bien común sino los recursos de los ahorros genuinos de millones de argentinos que pretenden apropiar y manejar. Así proponen y logran las AFJP, privatización de la seguridad social en un concepto individualista y egoísta que constituye el principal saqueo neoliberal de 90 mil millones de dólares en 14 años. Avanza sobre los trabajadores en sus condiciones de higiene y seguridad coaptando el 3% de la masa salarial total y además las prepagas se preparan para manejar 25 mil millones de pesos al año del ahorro de los trabajadores tendiendo por lobby, a un seguro de salud universal bancario, descremando el sistema solidario de salud, apropiándose de 2,5 millones de trabajadores de altos salarios, en su mayoría jóvenes y sanos.
Este sistema prepago de salud no tenía ninguna regulación, dependía de la ¡Secretaría de Comercio!, toda una definición, no tiene protocolizado sus sistemas de prestaciones, elude el Programa Médico Obligatorio de la
Superintendencia de Servicios de Salud, salvo expresa orden judicial. Discrimina por edad, da de baja afiliados por patologías, no tiene salvo en sus prestadores, control de las autoridades de Salud Pública, elimina el riesgo empresario al camuflarse como Obra Social y recibir el aporte solidario del APE fondo constituído por los trabajadores activos con el 10% de su aporte para la salud. Eso se llama descreme: llevarse las joyas de la abuela y que el entierro lo paguen los parientes pobres, una constante de la historia reciente desde 1976.
Hoy las prepagas atienden el 10% de la población constituyendo un sistema financiero-económico antes que un sistema de salud. No es una crítica a los prestadores muchos de ellos trabajan en ambos sistemas e intentan coherentizar sus prácticas médicas. A las prepagas no se les exige un plan de prevención ni una base de datos de crónicos ni siquiera un protocolo de procedimientos médicos que tiene cualquier obra social, tampoco se le exige procedimientos de información administrativa trimestrales como las obras sociales ni son auditados por la SIGEN ni la AGN, como lo son las obras sociales, que muchos critican pero que atienden el 48% de la población bajo condiciones de presión constante de nuevas tecnologías y leyes sin financiamiento, además de jueces alegres que cualquier demanda la envían a la obra social sin profundizar el tema ni siquiera de la afiliación fehaciente, todas cuestiones que agregan gastos y retacean recursos.
Es indudable que en el imaginario colectivo las prepagas son la panacea y las obras sociales los malestares, esa conciencia fue creada por años de esmerilamiento de lo solidario, de los trabajadores, de nuestras posibilidades como país en un mecanismo de denigración que intentó copiar esquemas fracasados en otras partes del primer mundo como los fondos de pensión y los seguros médicos, principal eje de discusión económica en EEUU, referido no a la salud sino a los recursos. Los medios, herramientas del establismen y adoradores de los organismos internacionales, a la par que denigradores de nuestros compatriotas no son ajenos a este imaginario común. “El blanco, son los negros” y estos no pueden manejar recursos porque “roban”, alguno habrá sin dudas, pero los de guante blanco de miles de millones de dólares han visto caer sus causas por prescripción de una justicia sin vendas.
Si se publicase mensualmente la cantidad de cirugías de alta complejidad asistidas por las obras sociales, la lista de discapacitados atendidos por las mismas desde chicos, las de enfermos crónicos, de las prótesis y medicamentos de alto costo y baja incidencia y el gasto por mes soportado por el sistema solidario, nadie dudaría de su eficacia. Si les hiciesen reportajes a los pacientes derivados a centros de alta complejidad incluso al exterior otra sería la percepción. Ningún medio lo publica, debemos sospechar que por algo será, sponsoreo quizás.
Los trabajadores argentinos han constituido un sistema único en el mundo que permite atender sus propias contingencias, prevenir su salud y encima financiar en forma inter-gerencional las prestaciones de nuestros mayores con un aporte solidario del 3% de la masa salarial total. Tomar en cuenta que es lo mismo que recaudan las ART para rechazar en forma sistemática las patologías siniestrales derivadas del trabajo que ocasiona tres muertos diarios y 700 mil accidentes al año, muchos atendidos por las obras sociales, de poca crónica en los medios. No existe otra prestación similar en el mundo, siendo conocido por los médicos y aquí ocultado que en los principales países del primer mundo la salud que existe es sólo pública, sin participación del capital privado, que se financia con fondos públicos no con descuentos obligatorios a los trabajadores, es decir con impuestos tributarios.
No son las empresas de medicina prepagas quienes están en riesgo, son las obras sociales de trabajadores que han sido diezmadas por el carancheo lucrativo del capitalismo. Debo decir también que a partir del decreto 446/00 de desregulación se canibalizó el sistema entre las mismas obras sociales, lo cual trajo aparejado hechos de corrupción en algunas que deben ser combatidos con la justicia en la mano, como cualquier argentino debe responder ante ella. Los dirigentes no son ajenos a estas prácticas conocidas y deben ser ahora reconstructores de la solidaridad en el sistema.
Asimismo debe el estado nacional hacerse cargo de su responsabilidad primaria en la salud de la población ya que se trata de un derecho humano esencial y un derecho constitucional por lo que tanto en los temas de leyes como la discapacidad, las enfermedades huérfanas, la prevención, la producción pública de medicamentos, la compra centralizada de los medicamentos de alto costo y baja incidencia, como la protocolización de prótesis y la sustitución de importaciones en ese rubro, son temas pendientes.
Derogar el 446/00 es establecer de nuevo el equilibrio solidario, no hacerlo es profundizar la crisis del sector de atención a la enfermedad único plan posible en la actualidad, desde el punto de vista médico social.
No ignoro lo que se ha avanzado en materia de salud a través de la obra pública con agua corriente y cloacas, verdadero pilar de un plan de salud según el Maestro Carrillo.
Tampoco ignoro que la Asignación Universal por Hijo en sus precisiones de vacunación y escolaridad ha mejorado situaciones límites además de permitir una alimentación completa a la familia argentina. Tampoco ignoro que las vacunas del nuevo esquema pueden y deben ser elaboradas en nuestro país, por los laboratorios públicos con investigadores y profesionales comprometidos y heroicos, no reconocidos, que silenciosamente avanzan en las enfermedades huérfanas y endémicas nuestras como el Mal de los Rastrojos y el Chagas, antes que ser parte de convenios con multinacionales con otras prioridades sanitarias, lucrativas y muchas veces operaciones mediáticas en salud a través de la OMS como la gripe A verdadero escándalo internacional.
Como vemos es un universo, el de la salud, para debatir sin sentirse dueño de la verdad, pero de las pocas certezas que contamos es que el capital financiero de las prepagas está lejos de Teresa de Calcuta y su espíritu solidario inundado de amor, de ello dan testimonios miles de denuncias en las ¡asociaciones de consumidores! porque ante el avasallamiento a que son sometidos los argentinos atrapados por el marketing, pocos timbres contestan sus reclamos, llegando generalmente a la Justicia en su reparación.
Las Mutuales y Cooperativas del país están fuera de esta crítica ya que las genera una iniciativa solidaria destinada al bien común, como las obras sociales sindicales, el PAMI y los Institutos Sociales de las provincias argentinas, todos organismos que han pretendido ser “gerenciados” por estos sistemas financieros liderados por el Banco Mundial, que lo sigue intentando ahora con crédito de 600 millones para salud, y que en algunos casos lo han conseguido con resultados lamentables desde lo sanitario denigrando prestaciones y desde lo institucional vaciando sus recursos, impidiendo asimismo un verdadero plan nacional de salud que cambie el paradigma de la atención de la enfermedad por la defensa de salud recuperando la soberanía en las decisiones en especial en la producción pública de medicamentos, investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, producción de materia prima, prótesis nacionales de alta complejidad, sustituyendo importaciones y decidiendo nuestras prioridades sanitarias, por fuera de los organismos internacionales que tanto daño ocasionaron en los últimos tiempos.