Opinión

Las estalactitas del presente

* Por Jorge Rachid
jorgerachid2003@yahoo.com.ar

“Hay unas estalactitas especiales, llamadas excéntricas, que crecen en cualquier dirección. Las estalactitas no se forman solamente en cavernas kársticas naturales: pueden formarse en cualquier cavidad, natural o artificial”

Diccionario Español

Cuando se entra a las cavernas, en la oscuridad, las estalactitas parecen personajes del tiempo que observan nuestro devenir con la calidad que dan los siglos y siglos de voces que han recorrido sus silencios, a veces como refugio, otras como curiosidad. Ese tiempo detenido es el que sale ahora por boca de actores de la política, que lejos de reconocer y dar paso a las nuevas generaciones, se pertrechan para supuestas batallas finales, en nombre de epopeyas que no le pertenecen a nadie mas que al pueblo argentino, entre ellas el peronismo y el movimiento nacional y popular. Se olvidan que sólo el pueblo determina los tiempos históricos y los nuevos paradigmas surgidos de la conciencia colectiva, que cuando se expresa suele desparramar las historias preparadas en espacios virtuales.

Estas formaciones calcáreas, las estalactitas, de depósito producido al correr del agua mineralizada por cientos y miles de años se pueden parangonar con el tiempo y la política. El agregado continuo al consumo electoral y político, producido por sectores desprendidos del movimiento nacional, en su confrontación en tiempo real, con la conducción del peronismo en el poder, han permitido la sedimentación pétrea de los peores conceptos ideológicos–doctrinarios, de los componentes reaccionarios que se dieron, por etapas, en el seno de los movimientos nacionales. Como todo proceso dinámico en continuo desarrollo, de búsqueda, de ampliación de nuevos horizontes y detección de necesidades que lleven a nuevos derechos, el actual genera rechazo de sectores conservadores, atados a la dinámica de los grupos concentrados de poder y hegemónicos por décadas, con los cuales siempre fue mas fácil negociar que confrontar, mientras el pueblo, ajeno a esa circunstancia sufría las consecuencias del alineamiento automático, dentro y fuera del país.

Los estalactitas del hoy, representan la imagen de un pasado, que ha endurecido su fluidez, si alguna vez la tuvo, transformando en piedra las esperanzas, utopías, amores y compromisos generados en la participación activa y militante de la búsqueda de una sociedad más justa. Todo revolucionario o transformador ha sido vilipendiado e injuriado en su vida pública, en especial cuando su accionar ha herido intereses poderosos, los ha puesto a descubierto, los ha visibilizado ante la opinión pública y de esto el peronismo tiene una larga historia. Hemos sido juzgados, perseguidos, encarcelados y muertos por el delito de pretender una patria justa, libre y soberana. Vaya pretensión frente a aquellos personajes y grupos de poder cuya única guía fue siempre el hacer los deberes de los mandantes, repetir las frases preelaboradas de las operaciones políticas con eje mediático, producidas para “esmerilar” a los nuevos actores que entran a escena cuando el pueblo irrumpe. Siempre es una situación de choque de dos mundos cuando el pueblo expresa su opinión, sin intermediarios. Es una sensación del choque de dos realidades, las que describen los opinólogos al servicio de intereses sectoriales por un lado y las vivencias del pueblo argentino, completamente diferente.

Nuestra historia tiene muchos ejemplos de ello que no repetiré para no ser reiterativo pero apelo a la memoria de todos nosotros. Pensemos durante cuanto tiempo se acumuló lucha, esperanza-desesperanzas, firmeza y compromiso en una realidad que nos era hostil en apariencia, hasta que el pueblo hacía escuchar su voz. Pasaron años en la Resistencia heroica en donde era más fácil caer en la melancolía del francotirador que en la exaltación de los ideales. Sin embargo se persistió en el camino marcado por el compromiso con el pueblo, se reafirmaban conceptos puestos en duda por el enemigo, se profundizaba a la búsqueda de nuevos caminos, que eludiesen las encerronas del , que pretendía invisibilizar al pueblo. Actores, escritores, cantantes, trabajadores, delegados de fábrica, estudiantes, investigadores todos corriendo la suerte del pueblo en el silencio, la persecución y la desaparición en las noches mas oscuras de las dictaduras militares, que no fue una sino muchas, destinadas a silenciarnos a todos.

La imagen pétrea de la estalactita, expresada en los discursos justificativos ante la derrota, de los portadores de agravios gratuitos por años, al pueblo que dicen representar hasta que llega la hora de las urnas, es el mejor ejemplo de cómo se convierte en roca algo que alguna vez quiso fluir como el agua. Los pensamientos ahí expresados al calor de la humillación, que solamente el pueblo con su sabiduría suele hacer sentir, no se vio reflejada en ninguna disculpa pública al movimiento nacional y a la Presidenta, por el caudal de barbaridades acumulado en la campaña. No es que no haya críticas o planteos que formular, para mejorar puntualmente situaciones que merecen la máxima atención social. No es que de la noche a la mañana todo está bien, por lo contrario el pueblo percibe el largo camino a recorrer, que la direccionalidad transitada, es la correcta, que el estado vuelve a tener un rol ordenador, que los hombres y las mujeres somos tenidos en cuenta, que en mundo que se derrumba económicamente, nuestro país avanza con integración y mayor justicia social. Que ese camino ha sido torpedeado desde el vamos por sectores desplazados, en especial del movimiento nacional que pretenden recuperarse ahora desde un discurso que siempre fue empleado por los enemigos del pueblo y en especial del peronismo.

El devenir histórico cuenta en esta etapa con dos herramientas esenciales que se han recuperado para el pueblo: el estado como eje ordenador de los conflictos de intereses que existen en toda sociedad, desplazando al mercado que en su afán indiscriminado de lucro avasalla derechos y sociedades y por otro lado la política recuperó la centralidad en la construcción de un modelo social con el hombre como articulador de las prioridades. “Un capital al servicio de la economía y la economía al servicio del pueblo”. Después de décadas neoliberales donde la subordinación a la macro economía era plena, esa recuperación marca la vigencia doctrinaria del peronismo en un mundo que hoy revitaliza “la hora de los pueblos” marcando un camino hacia el protagonismo social en el marco de la “comunidad organizada”. Esa vigencia nos permite afirmar nuestra pertenencia e identidad y redoblar el compromiso con los mas humildes, los trabajadores, los desprotegidos que junto a la Patria son la razón de ser del movimiento nacional.

 
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