Opinión

Carta Abierta al Ciudadano Argentino Confundido

* Por Daniela Bambill



Y a lo mejor usted no lo puede entender, no debe haber visto más que por TV la cara con mocos de algún pibe descalzo con la barriga hinchada de hambre, no debe haber sentido el olor de la tristeza en el pueblo, porque a mí no me gusta decirle gente… (Me pasan esas cosas con las palabras, algunas no me gustan y no hay caso). Probablemente, usted no pueda entenderlo, solo se habrá enterado por estadísticas y números, pero yo vi aulas vacías.

Seguramente no pueda comprender un sentimiento muy parecido a la angustia que raya la rabia al ver pibes en sus bancos que iban a la escuela a comer o a tomar una taza de mate cocido antes que a aprehender, así con “h” en el medio algún conocimiento nuevo, porque cuando duele la panza de hambre no hay más preocupación que esa y nada importa más que quitar ese dolor, pero usted de eso no sabe.

Como no vio tampoco los trenes vacíos a la mañana, ni a su vecino volver con la cabeza gacha después de ocho horas de hacer filas buscando una changa que le devolviera un pedacito de dignidad arrebatada con un telegrama que decía “despedido”.

Indudablemente, usted se acongojó viendo los rieles llenarse de telarañas en algún pueblito de esos que a los de la tele le gustaba llamar “fantasma” con la exacerbación del morbo en la musiquita de fondo, pero no le preocupó que el tren deje de pasar y con el se vaya el futuro, los pibes, el trabajo y la esperanza.

Por ese aparato a colores se habrá contagiado de indignación viendo las protestas de los obreros que en muy poco tiempo solo tenían eso protestas, porque laburo ya no les quedaba, pero los shoppings brotaban en lugar de las escuelas y se podía viajar a Europa, bah, usted seguro podía, usted y otros poquitos que puteaban los piquetes porque eso no le hacía bien al “milagro argentino”.

Un día le tocaron sus ahorros y seguro ahí, si se dio cuenta que la cosa no estaba tan bien, y se despabiló de golpe, claro, si en la Capital no aplaudían las cacerolas negros patas sucias, era gente como uno, la que salía a la calle con el calor agobiante de diciembre, ahí si se dio cuenta que la cosa no andaba bien, si hasta lo decían en la tele.

El helicóptero, los cinco presidentes, las muertes, el puente Pueyrredón, la “Crisis cobrándose muertos”… Seguramente, usted no lo pudo entender…

Miró con desconfianza a ese Flaco desgarbado que revoleaba el histórico “Bastón de Mando” con el saco desabrochado y un ojo mirando a otro lado, seguro que no lo pudo entender, no entendió como pateó el tablero y dio vuelta la página arremangándose y poniéndose a laburar de Presidente, pero a usted algo no le gustaba y claro, ese tipo no parecía un Presidente de un País serio.

Luego vino otro tiempo y usted, seguramente mandó mensajes de texto diciendo: “Yo estoy con el campo” y hasta habrá pegado en su auto una calcomanía y lo veo, mire, colgando la banderita argentina demostrando su patriotismo.

Se habrá alegrado mucho en 2009, pero esta gentuza es incorregible y comenzaron a aparecer pintadas que le decían que el gran diario argentino mentía, y usted todas las mañanas lo primero que hizo desde que tiene uso de razón es consultar esas páginas para saber como venía el día. Y detrás de las pintadas comenzaron a hablar de esa Ley que tampoco entendió, una Ley creada para cercenar la libertad, esa libertad que usted tenía para dejar cómodamente que alguien le dijese que pensar, que votar, que comer, que obra de teatro ir a ver o que libro leer.

Seguramente usted no entendió como aparecieron esos miles de pibes que comenzaron a hablar de política en todos lados, que mientras en la tele le decían que el país se caía y la gente estaba crispada y molesta millones salieron a la calle la semana del Bicentenario y se comenzó a escuchar la palabra Patria, pero sin olor a bosta ni a tinta, simplemente así Patria con olor a Pueblo…

Usted en octubre de 2010, atrincherado en su casa a punto de denunciar a la censista porque le vio cara de asesina serial, se encontró con que el enemigo público número uno , según su canal de noticias preferido había muerto, y a lo mejor hasta se conmovió viendo las rigurosas necrológicas.

Pasa eso, vio, todos los que se mueren ya no eran tan malos, y queda feo andar por ahí hablando mal de alguien que está en el cajón todavía, por simple respeto… Lo que lo sorprendió y de eso estoy segura, fue de ver tanta gente en la Plaza de Mayo, sin colectivos, sin “aparatos”, “al final parece que el tipo algo habrá hecho”, habrá pensado usted…. Pero solo un rato, porque en la tele y en el diario al poquito tiempo ya le estaban recordando que su “viuda” y el “entorno” siguen siendo lo mismo, y enseguida las cosas vuelven a su lugar. Los hijos de la noble señora fueron perseguidos, las viejas del pañuelo al final eran unas chantas, y la corrupción es un escándalo nacional, la rutina sigue…

Y a lo mejor usted no puede entender como esa mujer ganó tan cómodamente las elecciones primarias y seguro en octubre arrasa, , pero ¿sabe una cosa?, las panzas ya no están hinchadas de hambre, los pibes comen en la casa y en la escuela ya no hay aulas vacías y en lugar de darles zapatillas o una taza con leche les dan una computadora, y el tren a la mañana es un infierno de gente y su vecino recuperó la dignidad con un recibo de sueldo y no hay ollas con olor a tristeza en las plazas ni pueblo arrastrando su pena, ni viejos abandonados a su suerte, ni pueblos fantasmas y la mujer esa a la que tanto criticó, usted, por sus carteras, resulta que va y se mete en una casuchita del Conurbano y toda una familia, un barrio , una Patria entera le dice que avance, que no baje los brazos, que tenga fuerza y le pone junto a la boleta en la urna un pedazo de su sueño individual como voto de confianza para seguir construyendo…

Y a lo mejor usted no lo puede entender, pero no se preocupe… Un día apaga la tele y se le pasa la confusión, mientras tanto nosotros seguiremos acá para contarle que hay una Patria de la que estamos orgullosos…

 
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