Opinión

Hugo Moyano se ha puesto fuera del frente nacional
*Por Julio Fernandez Baraibar

Hugo Moyano prefirió romper abiertamente con el gobierno armando un conflicto ficticio, en complicidad con el Grupo Clarín y la cámara empresaria.

El calculado enfrentamiento generado por el Secretario General de la CGT, en su carácter de titular del Sindicato de Camioneros, con el gobierno nacional y el conjunto de los sectores populares ha puesto a Hugo Moyano fuera del gran frente nacional y popular que encabeza la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La alianza forjada por Néstor Kirchner con distintos sectores sociales, entre ellos con el movimiento obrero, apenas asumido el poder en 2003, le permitió acumular poder y comenzar a desarrollar, desde un lugar de gran debilidad, los primeros bosquejos de su proyecto.

Logró así el restablecimiento de las convenciones colectivas de trabajo y una paulatina y permanente mejora en el salario y las condiciones de trabajo de millones de asalariados.

Comenzó a reducir la desocupación y, lentamente, el trabajo en negro.

El conjunto de los sectores populares, con los trabajadores a la cabeza, comenzó a percibir que se estaba dejando atrás la negra noche de la desregulación laboral y los salarios de hambre.

La continuidad de este proyecto, bajo el gobierno de Cristina, consolidó aún más esta propuesta.

Hugo Moyano ha sido, en todos estos años, el secretario general de la CGT y su apoyo al gobierno, junto a la de muchos otros movimientos políticos y sociales durante la sedición de la 125, fue muy importante para capear la ofensiva del privilegio monopólico, financiero y agrario.

El movimiento obrero, en estos años, ha vivido una importante modificación de su composición.

Ya no son más los sectores vinculados a la actividad de los servicios los predominantes -situación que caracterizó la desindustrialización posterior a 1976-, sino que los gremios de la producción -metalúrgicos, textiles, mecánicos, etc.- volvieron a tener el peso que les fue propio en la Argentina previa a la dictadura de Videla y Martínez de Hoz.

De todo este proceso, los trabajadores industriales volvieron a encontrar abiertas las puertas de las fábricas y el padrón de la UOM pasó de menos de 100.000 afiliados a 600.000 en ocho años, así como los trabajadores afiliados a Camioneros lograron, en paritarias, los importantes salarios de los que hoy gozan.

Viendo que peligraba su permanencia como titular de la CGT y que sus intentos de presionar sobre la conducción de la presidenta eran vanos, Hugo Moyano prefirió romper abiertamente con el gobierno armando un conflicto ficticio, en complicidad con el Grupo Clarín y la cámara empresaria.

El paro y la movilización convocados para el próximo miércoles es un grave desafío a la presidenta de la Nación, que hace menos de un año fue reelecta con el 54, 11 % del electorado.

Ninguna reivindicación gremial puede ser formulada fuera, y mucho menos en contra, del gran frente nacional y popular que hoy gobierna el país por la voluntad mayoritaria de los argentinos.

Si los reclamos sectoriales son legítimos, como en toda democracia, no pueden ser exigidos marginándose del conjunto de las fuerzas populares.

Quien así lo hace queda irremediablemente en manos de los enemigos, no sólo del gobierno de Cristina, sino de los intereses de los propios trabajadores a los que se dice representar.

No es sólo una cuestión de responsabilidad.

Es cuestión de no convertirse en el Iscariote de un gobierno que nos representa como ninguno lo ha hecho desde 1976.

No hay que ceder a este chantaje irresponsable y corporativo.

Todo intento de debilitar a Cristina debilita a los trabajadores, maestros, madres solteras, pequeños y medianos empresarios que en estos años han vuelto a ocupar un lugar bajo el sol.

 
© Diseño producciones BM