Emoción violenta o Femicidio

*Por Ivanna Rezano

El Tribunal Oral Criminal 20 dictó la sentencia a Eduardo Vazquez quien en febrero del 2010 provocó la muerte de su mujer, Wanda Taddei, por quemaduras después de que fue rociada con alcohol y prendida fuego. Esto fue demostrado en el desarrollo del juicio, pero el Tribunal decidió aplicarle a Vazquez la figura de “emoción violenta”, lo que permite atenuar la pena y por esto en vez de recibir más de 30 años o reclusión perpetua, fue condenado a 18 años de prisión.

Se puede admitir que por lo menos el caso no quedó impune o tuvo una condena aún menor, es cierto, si nos gusta conformarnos con lo menos malo, pero en nuestro país no somos pocos los y las que venimos debatiendo, actuando y movilizándonos por poner sobre la mesa el debate de las relaciones de género desiguales, apoyadas en el sistema con eje en el varón, padre de familia, dueño del patrimonio, que hasta no hace tanto tiempo incluía a los hijos y a las mujeres. Patriarcado más precisamente. Este es el mar de fondo donde se producen los asesinatos o femicidios de mujeres por sus parejas o ex parejas. Estos hombres han sido educados para actuar como dueños de la vida de quienes tienen como parejas, han sido educados para “llevar los pantalones”, y cualquier desafío a esta supuesta autoridad, los pone en situación de llegar hasta el extremo de la violencia machista: matando a la mujer que tienen al lado. Esto debe ser condenado enérgicamente, como modo de mostrar qué sociedad queremos: una que atenúe las condenas por supuestas emociones violentas o una justa, más democrática, donde la vida del otro u otra no esté en las manos de nadie por la fuerza.

Hace pocos días, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a un proyecto de ley que eleva penas y amplia el concepto de vínculos para quienes maten a su “ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia”. Este proyecto fue avalado por la unanimidad de los diputados y las diputadas, con solo una abstención.

Dicho proyecto fue impulsado por diputados y diputadas de casi todos los bloques políticos con la finalidad principal, según expresaron, de “visibilizar los femicidios o asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres”.

La organización de mujeres La Casa del Encuentro realiza desde hace años un intenso trabajo para medir los casos acerca de estos delitos de asesinatos de mujeres. Este índice se construye con el monitoreo de más de 120 medios de comunicación de todo el país. Buscan en las noticias los casos de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas. También aquellos asesinatos que se producen como modo de castigar a la mujer, estos se denominan femicidios vinculados (el caso de Tomasito Santillán de Lincoln es un ejemplo).

El concepto de femicidio comenzó a usarse por la década del 70 por parte de mujeres feministas que alegaban en un juicio internacional sobre asesinatos de mujeres. Diane Russel y Jill Craford dieron con este concepto buscando ponerle nombre a un fenómeno social que tiene un hilo conductor: el asesinato de mujeres por hombres relacionados con ellas con el eje puesto en que las mujeres son de su propiedad y al chocar esto con la realidad, intentan violentamente someterlas llegando al extremo de la violencia machista: el femicidio.

Según el índice que mide La Casa del Encuentro, solo después del femicidio de Wanda Taddei, fueron asesinadas con la misma metodología de ser quemadas 51 mujeres, en solo dos años.
Este es el contexto del fallo del Tribunal Oral, por eso no es menor el mensaje que estos jueces le dan a la sociedad. Primero demoraron en dictarle prisión preventiva a Vázquez y tuvimos la “novelita” de que lo metieron preso por tener en su casa plantas de cannabis, mientras seguía libre por el asesinato de Wanda. Después se llega a dictaminar que es culpable de matar a su mujer, pero buscan en los resquicios del sistema jurídico la forma en que esta culpabilidad quede matizada, lavada. Nadie va a negar que pasar 18 años en la cárcel no es nada agradable y que debiera ser motivo suficiente de condena, pero slo que se cuestiona es el método de atenuar la pena, apelando a una figura que, como se dijo, ni la propia defensa había argumentado. Recojo aquí las palabras del juez federal de La Plata Carlos Rozanski: “cuando se juzga un femicidio es un contrasentido utilizar el atenuante de la emoción violenta”.

Seguiremos buscando hacer visibles las desigualdades y denunciando a quienes se niegan a reconocer, después de tantas muertes, que estos asesinatos no son raptos de emociones violentas de algunos individuos aislados, sino que, tal como plantean todas las normativas internaciones y legislación nacional que supimos conquistar, la violencia contra mujeres es una violación a los Derechos Humanos y como tal debe ser juzgada y condenada, sin atenuantes.

 
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