El discurso y las ejecuciones
* Por Oscar Taffetani

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, su ministro de Seguridad, Carlos Stornelli, y el jefe de la Policía Bonaerense, Daniel Salcedo, hicieron la semana pasada una visita a Medellín, Colombia, para tomar apuntes y enseñanzas de lo que ven como un modelo de Seguridad exitoso.




(APe)
"Alonso Salazar Jaramillo -leemos en un cable de Télam- gobierna la ciudad que supo ser la más violenta del mundo y que en la actualidad logró reducir sensiblemente el índice de delincuencia mediante políticas de inclusión social".

Durante la visita, Scioli y su comitiva fueron llevados a recorrer el barrio de Santo Domingo, antes asolado "por los sicarios, los narcos, los parapoliciales"; pudieron oír a una niñita de 10 años recitar las consignas del plan gubernamental; pudieron visitar la Biblioteca España -un gran centro cultural creado con apoyo externo para sacar a los jóvenes de la calle- y encontrarse con el alcalde Jaramillo para firmar un convenio de cooperación.

"También pudo escuchar el bonaerense -agrega el cable de Télam- la innovadora experiencia llevada adelante mediante la implementación del Programa Paz y Reconciliación, una iniciativa que logró rescatar a adolescentes en situación de riesgo o, peor aún, cooptados por los grupos paramilitares, bandas delictivas y guerrilleros..."

Al finalizar la visita, antes de partir hacia otras ciudades colombianas en donde entrevistaría a otros alcaldes y firmaría otros convenios, Scioli anunció su firme decisión de impulsar en la
Argentina una ley que baje la edad de imputabilidad de menores hasta los 14 años.

Eso no estaba en la receta del alcalde de Medellín. Pero no importa.

El decir y el hacer

"Hay que copiar el ejemplo colombiano", dijo el Gobernador a los periodistas, sin que quede claro si se propone extraditar a los capos de la efedrina a los EEUU, si va a dictar una ley de olvido para jóvenes bonaerenses que abandonen la guerrilla, si quiere equiparar el número de bibliotecas populares con el de cibercafés o si planea organizar el definitivo Festival por la Paz en Iberoamérica.

A nivel de discurso, todo es caótico, contradictorio, delirante. Los mandatarios buscan frases para salir del paso. Crean cortinas de humo.
Nos anuncian con lágrimas en los ojos grandes proyectos.

A la vez, contratan consultores de seguridad aquí y allá. Y se enamoran este verano de la Tolerancia Cero y el próximo otoño, del FBI.

Sin embargo, a nivel de ejecución, son coherentes. Y 25 niños argentinos por día caen ejecutados por el hambre, por las enfermedades y el desamparo. Y otro tanto es ejecutado por el paco, por el gatillo fácil, por la expulsión de la casa y de la escuela, por la exclusión en cualquiera de sus formas.

El discurso es confuso. Las ejecuciones son claras.

 
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