Editorial

La Biblia y el Calefón en los tiempos del dengue

Por Hugo Delgado

Desde la pantalla las señales nos hieren como sables. Roberto Piazza, el modisto y bailarín, robado, apuntado en la cabeza con un arma, pide que maten a los “negros de mierda hijos de puta” como los que lo robaron y para respaldar su propuesta sostiene que hay una actitud cínica en la sociedad y que la gente mande mails al programa apoyando su postura.

A un solo click, en otra pantalla ¿otra pantalla? Una caricatura de la Presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, discute con Moria Casán y la señora mayor que alardea de contratar “sex toys” (¿en una mujer no es tan moralmente reprobable como en los viejos verdes con las jovencitas?) la manda a sacarse el pañuelo e ir a la peluquería.
Todo bien, nada que objetar, el show debe continuar.
Las ideas, sin embargo, se juntan, juegan, se tocan. Piazza insiste: “las madres del dolor matarían a quienes mataron y violaron a sus hijos e hijas y yo me pregunto ¿la mayoría legitima la barbarie?
El gobierno Nazi ¿no fue mayoría en Alemania?
¿Qué pensaría Piazza si la mayoría propusiera matar a todos los Putos de Mierda?
¿Cómo se mide el dolor? ¿Qué lo mensura?
¿Es más doloroso el dolor de las madres del dolor que el de las madres cuyos hijos mueren desnutridos?
¿Las Madres de Plaza de Mayo estaban legitimadas entonces, según la línea de pensamiento que Piaza dice es mayoritaria, para matar a los asesinos – torturadores - violadores de sus hijos?
A otro click de distancia una “comunicadora” sentencia pontificando sobre los escraches:
“Escraches hacían los nazis a los judíos cuando marcaban sus casas; los hijos de los desaparecidos a los militares acusados de matar a sus padres y ahora la gente del campo a los dirigentes K”.
¿¡En Serio?!
¿No ameritan estos “tres ejemplos de escrache”, que a mi juicio no son tales un análisis?
O es que acaso para los comunicadores de nuestra TV la estigmatización de los judíos por los nazis es lo mismo que los escraches de Hijos a los asesinos y torturadores de sus padres y las patoteadas de la Sociedad Rural Argentina a dirigentes políticos que, nos gusten o no, fueron elegidos por el pueblo.
Y de paso, y como para terminar...
¿No era que la “dictadura” y los “patoteros” eran los funcionarios del gobierno? ¿O yo estaba mirando otro canal?
Hoy, Nahuel Moreno; Palito y Martínez de Hoz reivindican la capucha, la picana y los “vuelos” con una sonrisita cínica desde la pantalla mientras juegan al bingo con la paciencia de la gente. Es cierto, podrán engañar a algunos por mucho tiempo, a muchos por poco tiempo, pero finalmente, a la corta o a la larga, va a tronar el escarmiento de los que estamos fastidiados de los discursos huecos de nuestra forrandula que juega a ser progre de a ratitos y saca el fascista de adentro cada vez que le tocan un peso o rasguñan al novio.

 
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