Opinión

Autoritarismo y sociedad

Los ref
erentes del campo juegan a la violencia
Por Hugo Delgado


Desde su publicidad nos recuerdan que el pan viene del campo y nos sugieren “no votarnos en contra”. ¿Se habrán olvidado de decir claramente que si no votamos a los candidatos que les gustan van a desabastecernos nuevamente? ¿O acaso creen que ya aprendimos la lección y no es necesario? ¿Cómo debemos reaccionar los argentinos ante este modo de actuar?

La sociedad afronta una vez más el avance de la violencia intolerante.
Una violencia que no solo se queda en desconocer los poderes del estado como el legislativo, sino que avanza sobre la sociedad.

El nivel inusitado de intolerancia que han exhibido impúdicamente los dirigentes del sector rural no tiene demasiados antecedentes en la historia reciente.

La primera demostración fue su ataque a la decisión del Poder Ejecutivo Nacional de aplicar uno de los puntos que figuraba en la plataforma electoral que había votado mas de la mitad de los argentinos: las retenciones móviles.

Pero no quedó allí, solo en el cuestionamiento, sino que fue más allá, hasta exigir al Poder Legislativo que apruebe una norma a su gusto y decir que si “el Congreso no aprobaba esta norma no servía y había que cerrarlo”.

Es decir, los sectores del campo sostienen en su ideario los mismos preceptos que los llevaron a impulsar todos los golpes de estado de nuestra historia: “si los gobiernos no los benefician, hay que voltearlos porque no sirven”.

En ese mismo marco siguen llamando ahora al “dialogo” cuando en realidad están invitando de manera matonil al gobierno a seguir brindando concesiones.

Pero la violencia no quedó allí. Legisladores y referentes del gobierno debieron retirarse de varios lugares ante las manifestaciones de violencia de seguidores de estos señores, que siendo apenas una minoría, exigen como si fueran el bien común.

En medio de este escenario beligerante la inmensa mayoría de los argentinos como rehenes de su intolerancia. Intolerancia que, insisto, no queda en la retórica.

El Estadio de Sarmiento de Junín, que usa como lema “El equipo del campo argentino” lleva por nombre Eva Perón, en homenaje a quien naciera en Junín y por su amor al club impulsara la “línea de prestamos” que posibilitó su construcción.

Pues bien, el nivel de intolerancia hace que hasta su nombre haya sido borrado del lugar (ver fotos). Es realmente indignante ver como las letras han sido arrancadas de paredes y cercos convirtiéndolo en un estadio sin nombre. Todo esto bajo el auspcio de empresas bien telúricas como Grobocopatel Hnos. entre otras a las que tambien les interesa el país.













Pero no termina aquí toda la cuestión.

Con el campo se da una particularidad, ellos, los dueños del campo, se creen una casta superior a la que la sociedad toda debe rendirle pleitesía y colmar de favores y prebendas, a saber: si les va mal, el estado debe socorrerlos, y esto es cuando hay sequías; inundaciones y bajos rindes; ahora si les va exageradamente bien el estado no debe atreverse a cuestionar sus ganancias ni mucho menos legislar avanzando sobre sus prebendas.

Por ejemplo, evitando que se actualice en los últimos 25 años el valor de sus tierras en los impuestos que tributan o paralizando impúdicamente al país si el gobierno que legítimamente nos dimos los argentinos desabasteciéndonos a todos o en el colmo de la desfachatez, recordándonos que “el pan que comemos sale del campo” y recomendándonos que “no nos votemos en contra”.

¿Qué nos quieren decir?
¿Qué si no votamos candidatos que a ellos les gusten van a volver a desabastecernos?

¿Hasta dónde permitiremos que un grupo minoritario nos apriete?
¿Hasta donde lo permitirá la justicia?

Es muy claro lo que ellos nos proponen con sus amenazas y su patota, y también espero que quede muy claro a todos los argentinos lo que este sector (el mismo de José Alfredo Martínez de Hoz, ¿se acuerda?) representa a la hora de votar a favor o en contra.

 
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