Opinión

Antes que sea Tarde
Por Jorge Rachid
jorgerachid2003@yahoo.com.ar


"Conducir es predicar y predicar es persuadir”
Juan Domingo Perón

“El peronismo será revolucionario o no será nada”
Eva Perón

Si un resultado alentador tiene siempre la expresión del pueblo en las urnas, en este caso es que reinstaló la política como eje de discusión, dejando de lado el individualismo vacío de contenidos de toda la campaña, resultante de tantos años de derrota cultural, donde lo gregario aparece denostado, lo solidario como dadivoso y las propuestas tienen caras sin contenido ni historia, menos aún de propuestas que se asienten en trayectorias de compromiso y lucha.
Así terminada la carrera electoral, se acumulan voces apresuradas de futuros candidatos, especulaciones sobre el devenir del peronismo del cual todos se sienten propietarios, hombres y mujeres que expresan pensamientos diferentes conviviendo en el amplio marco del movimiento nacional, alianzas que se deshacen al día siguiente de cerradas las urnas, candidatos que se codean para las fotos, innumerables ganadores y lotes de perdedores, todos bajo la estricta mirada de opinólogos de los medios que catalogan quiénes son y quiénes deben ser deshechados. Funcionarios que hasta ayer nomás planteaban certezas de rumbo y conductas, hoy pasan a ser críticos feroces con ensañamiento profesional, llamados ahora así por la corte infinita de comunicadores combatientes defensores de la “moral pública” y lo “políticamente correcto”.
Sin embargo frente a la sociedad y con una mano en el afecto que sentimos por nuestro país, debemos preguntarnos qué presidente tendremos en el próximo turno electoral. También debemos preguntarnos si estamos dispuestos a respetar los mandatos, más allá de las voces unánimes que lo pregonan pero que parecen dispuestas a acortarlo en sus actitudes cotidianas.
La crítica está siempre presente para esmerilar y denostar, sea del planteo que sea, tanto nacional como internacional. Cualquier actitud o propuesta es sospechada y vilipendiada, siempre la sombra detrás de la acción. La Patria son ellos, los que critican y lapidan, los que se atreven a decir “son todos delincuentes” en el mejor aporte al deterioro de la política como herramienta de transformación social. Son las mismas teorías que demonizaron al hombre argentino desde 1976 siendo catalogado como “vago” en el caso del obrero, inservible en cuanto profesional, nostálgico como político, estatizante frente a la modernidad y la globalización cuando desde cualquier sector se planteaba la defensa del patrimonio nacional, en el combate al mayor tráfico ideológico del siglo XX, producido desde entonces por el neoliberalismo y en los 90 en nombre del peronismo.
¿Retrocederemos acaso con nuestro voto a la flexibilización laboral en el 2011, decretaremos también el fin de los convenios colectivos de trabajo y el Consejo del Salario Mínimo, bajaremos con nuestra actitud política las jubilaciones en un 13%, en función de cerrar las cuentas fiscales como en el 2000, expulsaremos al millón quinientos mil argentinos que se incorporaron a la Seguridad Social como jubilados que habían sido expulsados de la pirámide social en los 90?
Seguramente los nuevos dirigentes serán bien recibidos por el “mundo” y devolverán Aerolíneas Argentinas y Aguas Argentinas al sector privado para que vuelva “el orden y la cordura”. Además volveremos a gozar de las AFJP para veranear en el Caribe y entregaremos las obras sociales para que los bancos que son serios en serio, como lo vimos con el corralito, manejen nuestra salud con criterio, no como “esos” sindicalistas que se atreven a manejar cifras millonarias como si supieran.
También podríamos votar en el 2011 para que vuelvan las leyes de Obediencia Debida y Punto Final junto al Indulto para poder reconstruir el “afecto” entre todos los argentinos. De la misma manera reponer los cuadros de los presidentes de las dictaduras militares en Casa de Gobierno y en las instituciones. Votaríamos también por prohibir la pastilla del día después y la ley de Salud Reproductiva, eliminando asimismo la educación sexual de las aulas que contamina a la juventud argentina. Necesitamos votar presidentes enérgicos con la droga y el delito que sean partidarios de la pena de muerte y de la “tolerancia cero” con los marginales.
Entonces sí podríamos separarnos de esos latinoamericanos vociferantes como Chávez, Correa y Morales, desmontar el UNASUR, el Banco del Sur y el Sistema de Defensa Regional, para volver a promover que los capitales internacionales nos otorguen su bendición y ayudarnos a salir de la mediocridad latina. Dejaremos al “mercado” actuar y si hay desocupación y cierre de empresas es porque sus leyes lo determinan y el Estado debe ocuparse sólo de los subsidios a las empresas industriales o agrícolas en dificultades; nada de salud ni educación pública, que aumentan el gasto público y generan inflación. Al MERCOSUR hay que ponerle límites precisos porque Brasil nos condiciona y nos absorbe: es preferible firmar el ALCA con EE.UU. porque hay que ser socios de los grandes de verdad.
Eso sí: a los que protesten hay que reprimirlos porque no pueden afectar a la gente decente que trabaja y estudia, la Ciudad es para la “gente”, no para cualquiera.
Así seguramente construiremos entre todos un presidente que sea respetado por los medios y los que definen el mundo, es decir el poder; seremos nuevamente la Argentina “previsible y sustentable” donde la seguridad jurídica sea para los que invierten y los contratos sean auditados por Tribunales de Justicia de otros países más serios que nosotros.
El medio ambiente tiene y debe estar al servicio de la producción aunque talemos bosques y contaminemos ríos, y debemos además aceptar residuos nucleares de los países que la poseen, porque es buen negocio y nos abre puertas en el mundo. ¡Basta de reclamar Malvinas e Islas del Atlántico Sur! y así estableceremos relaciones plenas con Inglaterra, que es la llave de entrada al primer mundo. Entonces se acabará la soberanía política en la globalización y acataremos obedientes los dictados internacionales, en especial en la lucha de los países “decentes”, contra el llamado Eje del Mal.
Así tendremos un gobierno del cual podamos sentir orgullo, que “la prensa libre” alabe, los medios acaricien, los dueños del poder hablen bien de nuestros gobernantes y donde los negros ignorantes, los piqueteros, los peronchos, los nostálgicos, los que todavía se plantean defender la Patria y esas tonterías sean marginados de las capas dirigenciales, en especial del peronismo, que deberá ser reformulado para ser aceptado en las alfombras del poder, en la expresión más acabada del nuevo empresariado rentista, moderno, globalizado y algo progresista; para que se hable de los pobres y se conmueva por ellos, pero que en definitiva fueron degradados por estos mismos dirigentes en sus últimos 25 años.
Quizás los argentinos recordemos las luchas y sufrimientos a que nos llevó el neoliberalismo en los últimos 33 años, desde el genocidio de la dictadura al genocidio social, desde la desocupación al corralito, desde las leyes patronales a la descapitalización del país, desde el dolor y la miseria a la falta de esperanzas, desde las empresas cerradas a pueblos abandonados, desde ferrocarriles cerrados a quedarnos sin Flota Mercante del Estado, desde la apropiación del ahorro interno de miles de millones de dólares de los argentinos al endeudamiento de empresas inescrupulosas y dirigentes corruptos.
Si recordamos quizás elijamos bien más allá de los nombres, más allá de los manejos y las conductas, de las formas de conducir o de plantear los conflictos, sin ignorar –pese al crecimiento– ni dejar de criticar la hipoteca social pendiente de los últimos años, simplemente volviendo a la política, a la militancia, al compromiso con los pobres, los humildes y los trabajadores, a la discusión sobre el Modelo de Construcción Social y Productivo que defienda el interés nacional sin entregarlo a la codicia y a la especulación del sector financiero y de los capitales externos.
Se puede estar de acuerdo o no con las personas en determinadas circunstancias, pero no se puede –en función de los espacios de poder– retroceder en la defensa de los intereses nacionales ni en el intento de reconstruir el Movimiento Nacional y Popular en la Argentina.
En esto, “ni un paso atrás”.

 
© Diseño producciones BM