Editorial

El simplismo de la "mano dura"
*Por Hugo Delgado
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Y llegó una vez más !. ¡Año electoral!

Y esto será entonces el aval para que los sectores más retrógrados de nuestra sociedad se suban a cuanto problema haya en la sociedad que pueda llevar agua a sus molinos.

Y como cada año impar estos señores y sus órganos de prensa, los medios del establishment, vuelven a la carga con su afán de que se apliqué mano dura a una edad menor como respuesta a una supuesta inseguridad que solo puede corroborarse ante la eterna repetición de los mismos hechos por parte de estos mismos medios.

Ahora yo me pregunto y los invito a ustedes mismos a preguntárselo ¿en que sociedad queremos vivir?

Actualmente usted y yo perdemos los derechos que nos asisten como ciudadanos y después de las nueve de la noche no podemos comprar una cerveza ¿en serio quienes gobiernan la provincia de Buenos Aires piensan que eso ayuda a la seguridad?

¡¡¡¿¿¿EN SERIO???!!!

A veces me pregunto si los funcionarios que toman ese tipo de decisiones pasarán un test de los más sencillos de coeficiente intelectual.

Pero olvidémosnos por un instante de los señores que nos gobiernan y pasemos a mirar nuestro propio ombligo. ¿Y nosotros qué?

En realidad me niego a creer que como tejido social pidamos mano dura para los pibes y nos resulte indiferente que José Alfredo Martínez de Hoz camine por la calle, o quienes vaciaron una empresa o quienes tienen en sus campos trabajadores esclavos.

Es que nos hemos convertido en seres tan miserables, tan miopes que no podemos mirar un poquito más allá de nuestras narices.

Es cierto que se debe avanzar en un sistema que haga a los adolescentes sujetos de derecho, pero eso no quiere decir ni por asomo lo mismo que plantean Macri; De Narváez y Scioli.
¿Acaso ignoramos el principio básico de la justicia?

Se que para muchos justicia es que el pibe que roba un stereo vaya preso, pero, al menos para mi es otra cosa. Yo creo que justicia es que los pibes no deban robar un stereo.
Y si me apuran digo que justicia es que se aplique la misma vara para un pibe pobre que para uno rico.

Porque si un chico de clase acomodada comete un delito hoy seguramente el juez va a decidir (lo hacen mayoritariamente) que es mejor que estén al cuidado de sus padres, pero si el que lo comete es un pibe de un barrio (¡ni hablar de una villa!) Entonces le cae implacable y lo manda a un instituto sin derecho a defensa.
No es ninguna novedad que estamos en una sociedad injusta; tampoco lo es que hay muchas cosas que aún deben mejorarse, sin embargo no es escondiendo la cabeza como un avestruz como vamos a hacerlo.
Tal vez uno de los primeros pasos para llegar a una mejora en este tema es empezar a llamar las cosas por su nombre y este tema de la baja de edad de imputabilidad es lis odio de clases.
Porque esa baja de imputabilidad no está dirigido a los chicos bien que delinquen, para ellos siempre habrá buenos abogados y atenuantes y familias “bien constituidas” que los contengan.
Aquí lo que se está debatiendo una vez más es si “le metemos bala o no a los negritos”; “si de una vez por todas los ponemos a raya”.

Alguien dijo hace algunos años que si se seguía generando desigualdades no iba a haber cerco de country que los pusiera a salvo porque ya había quedado en claro eso con los señores feudales.
La sociedad ha avanzado mucho en los últimos años. Muchos jefes y jefas de hogar han vuelto a adquirir la cultura del trabajo, sin embargo hay todavía mucho por hacer.

Quiero cerrar con una comparación odiosa como todas. Cuando ocurrió lo de Cromagnon algunos padres alentados por ciertos comunicadores decían que si dejaban libres a los responsables harían justicia por mano propia, lo que era festejado en algunos medios. Había incluso “cierto consenso al respecto” de la sociedad.

Yo me pregunté entonces y le pregunté a muchas personas que pensaban deberían haber hecho las Madres de Plaza de Mayo con los torturadores y asesinos de sus hijos que son, sin necesidad de analizar mucho infinitamente peores que Chavan y compañía.

Casi nadie tuvo una respuesta, todos abrieron sus ojos, callaron y no dijeron nada.
Me gustaría saber que piensan realmente aquellos ciudadanos, vecinos, cuya cabeza está infectada por el repugnante virus del “miedo a perder algo”.

Mientras tanto el clima social se va recalentando, lo seguirá haciendo hasta octubre y luego una vez más se esperará hasta otro año impar para sembrar el miedo y ver si esta vez da resultados.

 
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