Nación
Desendeudarse para crecer
* Roberto Arias
La deuda pública es un tema que atraviesa la historia argentina con singular fuerza. Desde el famoso préstamo de “Baring Brothers” gestionado por Rivadavia en 1822 hasta la cancelación total del BODEN 2012, a efectuarse este 3 de agosto puede trazarse una línea muy clara respecto a cuales han sido las políticas serias y responsables y cuales fueron políticas desastrosas que terminaron en crisis severas.
De un lado está el más rancio liberalismo económico criollo, el primero de ellos el propio Rivadavia, hipotecando con absoluta irresponsabilidad los activos del Estado en negocios desastrosos para el interés público, pero muy beneficios para las arcas privadas de los negociadores, los propios bancos, los asesores financieros y colocadores de la deuda. Los procesos de mayor endeudamiento argentino en las últimas décadas fueron entre los años 1977-1981 y 1989-2001, momentos en los cuales el timón de la economía estaba en manos de fanáticos del liberalismo económico. Ambos procesos fueron similares en el inicio: apertura financiera y desregulación llevaron a un crecimiento muy fuerte del endeudamiento externo del sector privado y luego ese endeudamiento se transfería al sector público. Los finales también fueron similares: default, fuga de capitales, crisis cambiaria y financiera y bruscas devaluaciones.
En el año 2001 el mayor problema de la economía argentina era el peso que había alcanzado la deuda pública: sólo el pago de intereses (sin hablar de cancelación de capital) representaba el 21,9% de los ingresos tributarios. Casi uno de cada cuatro pesos que recaudaba el Estado Nacional debía destinarse al pago de intereses, mientras se bajan en términos absolutos salarios, jubilaciones y el gasto público social. Claramente una situación insostenible. La mayor crisis económica que tuvo nuestro país en doscientos años fue principalmente una crisis de deuda. Luego de la devaluación, en el año 2002, la deuda equivalía a un año y medio de producción. La deuda en moneda extranjera equivalía al 10 veces las reservas del Banco Central.
La devaluación, la pesificación “asimétrica”, el “corralito” y el “corralón” llevadas a cabo a fines del 2001 y en el 2002 como consecuencia de esa crisis de deuda, implicó un desastre financiero que todavía estamos pagando. A los tenedores de depósitos en dólares, se les dió la opción de acceder a un BODEN 2012 que se cancelaría en un plazo total de diez años y en la misma moneda. A los bancos, como compensación por la pesificación asimétrica (los depósitos se pesificaban a 1,4 y los préstamos a 1 a 1) se les dieron BODEN 2015.
En definitiva, las políticas de endeudamiento siempre llevaron a generar un pesado lastre que le impedía a la economía argentina despegar, crecer en forma sostenida. Pensemos que el 21,9% de los recursos genuinos del Estado Nacional destinado al pago de intereses, ¿cómo podía así crecer el país?
A partir del año 2003, con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia de la Nación. comienza una tapa totalmente distinta, que sin duda hoy, nueve año después, la podemos ubicar del lado de las políticas serias y responsables. Así como el General Perón rechazó más de una vez en su primera y segunda presidencia el ingreso del país al FMI y el endeudamiento externo, una característica central del proceso económico que se vive desde el año 2003 es el desendeudamiento.
Gracias al agresivo proceso de reestructuración de deuda realizado (la del 2005 fue la mayor reestructuración de deuda soberana en la historia mundial y la que implicó un mayor nivel de quita), la cancelación total de la deuda con el FMI en el año 2005 (9.500 millones de dólares), la estatización de los fondos acumulados en las AFJP y el cumplimiento a rajatabla de los compromisos asumidos con posterioridad a la reestructuración, la situación de la deuda hoy es inédita; al menos en los últimos 35 años.
Hoy la deuda pública total representa aproximadamente cinco meses de la producción nacional y en el año 2012 el pago de intereses de la deuda representará el 5% de la recaudación tributaria. Además, casi la mitad de la deuda pública total está en manos de organismos públicos (situación también inédita en nuestra historia reciente), lo cual le otorga una mayor grado de libertad a la política de crédito público. La deuda en moneda extranjera representa 2 veces las reservas del Banco Central, pero la deuda con privados en moneda extranjera es menor a las reservas internacionales. Además, este proceso tiene una dinámica muy positiva: mientras se continúa cancelando capital, la deuda es cada vez menor, se pueden destinar más recursos tributarios a fines productivos y de estímulo de la demanda interna, se promueve el crecimiento económico, y así el peso de la deuda vuelve a ser cada vez menor.
Este virtuoso proceso implicará que dentro de 3 años (en el 2016; ya cancelado el BODEN 2015) los vencimientos de deuda sean ridículamente bajos para la historia económica reciente.
Los que dicen ser “serios” y “responsables” fundieron el país, no una sino varias veces. Y además continúan dando cátedra en los medios hegemónicos de comunicación “sugiriendo” al gobierno que debería “volver a los mercados”, hacer “roll over” de los vencimientos (o sea volver a endeudarse para pagar los vencimientos corrientes). Dicen “nadie cancela deuda en el mundo con reservas”, “es una política conservadora pagar las deudas en efectivo”.
Afortunadamente, el pueblo argentino ya está acostumbrado a estos cantos de sirena y sabe adonde llevan esas políticas “modernas”, hacer “lo que los países serios hacen”, por eso apoya con fuerza a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Así como la peor crisis en nuestra historia fue una crisis de deuda (la del 2001), si hay una característica central en el proceso de crecimiento con inclusión social iniciado en el año 2003 es la política de desendeudamiento. Retirar la influencia nociva del FMI en el año 2005 fue una condición totalmente necesaria para aplicar las políticas pro crecimiento y saber que ni ahora ni en el futuro cercano es necesario ir a los mercados internacionales de crédito (hoy enloquecidos) da una enorme libertad a las decisiones de política económica basadas en los intereses nacionales y populares y no en los de los centros financieros internacionales. Eso no es viento de cola, es Independencia Económica para lograr la Justicia Social.
* Director de Estudios de la Seguridad Social
Las Penas son de los Trabajadores
*Por Jorge Rachid
Parafraseando a Don Atahualpa Yupanqui, “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”, mientras los trabajadores penan, las ganancias son de las ART ya que quienes deberían cuidar el único capital que tienen los trabajadores, que es su salud, se dedican a rechazar accidentes como enfermedades inculpables preexistentes, en vez de apuntalar e invertir junto a las empresas en medidas de higiene y seguridad en el trabajo.
(Nota completa)
*Por Jorge Rachid
27/10 - Mi homenaje en un artículo escrito desde el dolor y el compromiso militante, es un homenaje a la política, a la militancia, la entrega, el compromiso, la memoria de nuestros compañeros y la voluntad de transitar los caminos de nuestro pueblo aún a costa de nosotros mismos como testimonio de entrega y vocación de servicio.
(Nota completa)
*Por Alcira Argumedo
(18/03) En las múltiples y turbulentas discusiones sobre el DNU, es sintomático el silencio acerca de las posibilidades existentes para obtener ingresos fiscales que no provengan del uso de reservas ni de ajustes en despidos, salarios y gasto social.
(Nota completa)
14/09/12 – Un recorrido por las opiniones del universo blogger sobre la marcha y los cacerolazos de este jueves.
(Nota completa)
*Por Hugo Delgado
Algunos pensaron que se acababa el sueño, otros, me incluyo, pensamos en el 2015.
Algunos seguramente no pudieron evitar un orgasmo al pensar que la construcción de estos siete años se derrumbaba con su muerte.
¡Qué equivocados estábamos todos!
¡¡Qué equivocados!!
(Nota completa)
*Por Hugo Delgado
El mismo país, la misma clase media, el mismo terror, el mismo desprecio, que en un tiempo que parecía enterrado en el olvido, sus antepasados de clase sintieron por los migrantes internos que abandonaban la siesta de las provincias para llegar a la capital.
(Nota completa)