EDITORIAL *Por Hugo Delgado

¿Quién debe gobernar en democracia?

El programa de gestión del actual gobierno, votado por el cincuenta y cuatro por ciento de los argentinos, es el propuesto en la plataforma partidaria y motivo por el cual poco y nada puede exigírsele al gobierno que lo modifique.La movilización del 8N, con sus agresiones, intolerancias y falacias incluidas deja varias cuestiones parta debatir en nuestra sociedad.
No estamos aquí ante un “salariazo” o una “revolución productiva” sino ante la aplicación de las promesas de campaña.
Ante esta realidad ¿es viable pedir que se modifique el rumbo?
No hablo de una cuestión cuantitativa. Así hayan sido las cien mil personas que los organizadores dicen que asistieron. ¿Es aceptable? ¿Puede una minoría, solo por tener la pirotecnia mediática opositora imponer sus deseos a un gobierno popular? ¿Es democrático semejante planteo?
En más de una ocasión hemos señalado desde estas páginas que “el respeto de las minorías no significa de ninguna manera la aceptación de sus deseos en contra de lo que voto la mayoría”.
El obelisco del 8N, adrede o no festivo del cumpleaños de Alfredo Astiz, el Ángel Rubio, sumo además la participación de todo el espectro opositor, desde el Partido Comunista Revolucionario de Otto Vargas hasta el partido nazi faccista de Alejandro Biondini, incluyendo además al PRO, sectores de la UCR, el FAP y el Peronismo Federal.
Ahora bien, ¿pueden estas fuerzas articular alguna acción en conjunto o se trata tan solo de una mera expresión de figurar para obtener algún pequeño rédito político mientras otorgan un gran rédito al Grupo Clarín? ¨
¡Y dale con Clarín! Dicen algunos, sin embargo parecen no querer ver la realidad objetiva e ineludible de lo acaecido en otros países, de la región y del mundo.
No se puede aducir aquí desconocer lo que ocurrió, ni pretender ir al lugar para entenderlo, dado que quienes lo plantean tampoco entienden la realidad argentina.
Lo concreto es que los medios agrupados en pooles o grupos se han convertido en la guardia pretoriana de los tenedores del capital a lo largo y ancho del mundo y no querer asumirlo es de cobardes o de necios.
Pasa en América Latina, en África, en Asia, pero también el los Estados Unidos y Europa, donde justifican los terribles recortes en favor de los bancos y las multinacionales.
Es muy cierto que se deben respetar los derechos de las minorías, pero es más cierto aún que a las minorías no les asiste el derecho a ejercer el gobierno, ni tampoco a pautar los lineamientos del mismo, salvo que este, en un estado de emergencia lo solicite.
¿Cuáles son los derechos de las minorías entonces?
En principio a no ser avasallados ni reprimidos por defender sus ideas políticas; también a expresarse libremente y desde luego a accionar políticamente para ser, algún día, la mayoría.
Lamentablemente en la actualidad los sectores opositores de la sociedad que se manifiestan lo hacen desde títulos de los medios opositores o desde sus frases publicitarias. Ante esta realidad vaciada de contenidos es muy difícil confrontar ideas, especialmente porque un slogan no es una idea.
Se habla de inseguridad, de corrupción, de inflación y se lo hace desde la afirmación taxativa de falacias.

 
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