Pequeños gestos que ilusionan

*por Hudo Delgado

18/03/13“Cinco meses en suspenso no son nada” dijo un interlocutor ocasional. Y es muy cierto. Tan cierto como que todo se resignifica y potencia según sea el caso. En esta ocasión en particular, esos insignificantes cinco meses en suspenso a una pasional defensora del terrorismo de estado, la desaparición de personas y el robo de bebes durante la dictadura cívico - militar toman un envergadura de importancia.


Tienen toda la razón aquellos que sostienen que la condena a Cecilia Pando por cubrir con pintada los pañuelos de las Madres de la Plaza de Mayo.
También tienen razón quienes sostienen que esta Justicia que tenemos esta impregnada por la lógica del capitalismo y condena a dos años a quien roba un alfajor porque tiene hambre y solo a cinco meses en suspenso a quien ofende a la memoria y dignidad de la sociedad.
Todo eso es cierto y mucho más. Porque no es menos cierto que los integrantes de la justicia se crean tan impolutos y superiores al resto de la sociedad que consideran que no deben dar cuenta de sus fallos y pueden autoelegirse “para garantizar independencia”.
Pero... ¿Independencia de quién? ¿De ese poder corporativo que los elige? ¿Del poder económico que les paga viajes exóticos con el pretexto de asistir a congresos?
Sin embargo es realmente esperanzador que esa misma justicia tan reacia a depurarse y en la cual aún conviven muchos cuadros de la dictadura cívico - militar encabezada por Jorge Rafael Videla y José Alfredo Martínez de Hoz condene a esta mujer aberrante por cubrir con pintura las imágenes de los pañuelos de las Madres que se encuentran donde se hacen desde más de treinta años sus marchas.
Es cierto que es una condena más que leve, pero es cierto también que cualquier tipo de condena, aún de este tipo, era impensada hasta hace no mucho tiempo atrás.
Recordemos que esta “mujer” Pando es quien muy suelta de cuerpo ha justificado la tortura y la desaparición, ha cuestionado la existencia de desaparecidos y ha llegado a manifestar que no condena el robo sistemático de bebes por parte de los torturadores sin que hasta ahora se la hubiera siquiera llamado al orden por tamañas expresiones.
Pando, que comanda un grupete de conspiradores ultramontanos, ha realizado numerosas apariciones en público contra el actual gobierno, al que considera representante de terroristas y subversivos (utilizando la misma jerga que la dictadura y sus cómplices civiles hace más de treinta años).
Por eso toma relieve esta condena.
Porque es justamente el primer mojón de la justicia en el castigo a quienes aspiran a heredar el cetro manchado en sangre de Videla y compañía.
Y es en ese mismo marco que hay que destacar otro fallo, el que condenó hace alrededor de un mes a Julio Cirino, Alias El Gordo, a seis años de prisión por su participación en el terrorismo de estado.
Cirino, agente de inteligencia, fue hallado responsable de numerosos crímenes cuando comandaba un grupo de tareas (ver página 6) y una vez llegada la democracia trabajó como asesor en antiterrorismo y fue miembro de la diplomacia de Carlos Menem.
Últimamente su tarea se había volcado a una una de las tantas ONG que provee de dirigentes al PRO de Mauricio Macri, fuerza que es la natural heredera del menemismo y que de hecho cuenta en sus filas con no pocos dirigentes de aquella nefasta década.
La importancia aquí se vuelve trascendental, porque pareciera que un grupo de estos individuos se buscaran mimetizar en partidos políticos de ideologías afines para escapar a la justicia.
Por fortuna en este caso el Gordo Cirino no tuvo suerte, pese a que logró evadir pagar su deuda con la sociedad por casi tres décadas.
Que la justicia debe ser democratizada de una vez por todas, no existen dudas.
Que aún emite sus fallos con un amplio sesgo clasista que beneficia a quienes tienen una buena posición económica, tampoco.
Que posee numerosos cuadros que avergüenzan a la sociedad democrática menos.
Sin embargo no podemos soslayar que pese a todo y muy lentamente algunos resortes comienzan a ser vencidos, imaginamos que no con el agrado de muchos de sus miembros, y eso no puede dejar de ser una buena noticia para nuestra sociedad.

 
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