Editorial

El muerto y los degollados
*Por Hugo Delgado
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A propósito del artículo “Los Mercenarios” publicado por Mariano Grondona en La Nación


A quienes opinen que no se debe perder el tiempo en hablar sobre ciertos “sujetos” a los que en el barrio llamarían “pollos al espiedo” “porque están quemados hasta el culo e igual siguen dado vueltas” tengo que decirles que por lo general concuerdo en la apreciación. No obstante algunas veces es necesario reflexionar sobre sus palabras, sobre todo cuando- como en este caso en particular - su discurso se emparenta con el de sectores que se autodefinen como los “garantes de la libertad de expresión”.

El escritor de las dictaduras, Mariano Grondona, desde su trinchera democrática en el matutino La Nación salió a prender las luces de alarma sobre una variable impensada, lo que el mismo define como “el partido de los mercenarios”.

En principio, y más allá de las contradicciones propias de quien quiere explicar lo inexplicable, surgen tópicos interesantes de tratar que debemos analizar.

Mariano “el-primo-del-che” Grondona habla de mayorías superiores a las previstas y en base a eso especula que sus votos se han comprado. No voy a caer aquí en la simpleza de decir que “el león cree que todos son de su condición”, solo querría reflexionar sobre una posibilidad que parece difusa o utópica en los valores del amanuense, el convencimiento. En ningún momento Mariano “el-chirolita-de-Neustadt” Grondona se plantea la posibilidad de que en la riqueza del debate quienes fueron elegidos para debatir ideas y legislar de la mejor manera para “todo el pueblo” cambien de idea por escuchar una mejor.

¿Será acaso imposible evolucionar en las propias ideas?

Mariano “redactor-de-partes-de-prensa-de-Onganía” Grondona habla también de “dos fuerzas” el Gobierno y los opositores, y dentro de los opositores, destaca como “mercenarios” y por ende “comprados” a todos los legisladores que apoyen una Ley del oficialismo. Don Mariano propone una postura legislativa talibán que se oponga a “todo lo que presente el Gobierno” y quienes duden sobre esta postura deben ser “condenados”.

Mariano “vocero-del-remate-del-estado-a-cuenta-de- Menem” Grondona lleva al escarnio al Diputado Borocotó y dice que cada día hay más mercenarios como él. Al mencionarlo habla de “crisis moral”.

Sin embargo, lo que olvida Mariano “empleado-a-sueldo-de-cualquier-faccioso-que-ponga-una-moneda” Grondona es que él mismo ha acompañado la campaña de glorificación del señor Cobos con ciertos personajes públicos que “hacen de periodistas”. Cobos, quien no solo traicionó al sector que lo llevó al cargo (nada menos que de vicepresidente de la Nación) sino que además se da el lujo de votar todo el tiempo contra la plataforma electoral que se comprometió a poner en práctica.

Y no hago un análisis de valor aquí sobre el divorcio Kirchner – Cobos solo sostengo que hay pocas cosas más inmorales en política (si las hay) que votar en contra de la plataforma que los llevó a ocupar el cargo. En este caso no se está traicionando a un partido o sector, sino que se está traicionando el contrato moral que se estableció entre los votantes y los candidatos.
Me resulta difícil discutir con Mariano “si-es-una-dictadura-la-apoyo-seguro” Grondona sobre Mercenarios porque pocas personas pueden opinar sobre este tema como él.

Sí quisiera terminar estas líneas con un par de reflexiones que tienen que ver con el desarrollo de esta tarea maravillosa pero que muchas veces es ejercida de una manera vil, el periodismo.
Maravillosa porque en su ejercicio pueden surgir los más altos valores del hombre (¿es necesario mencionar a Rodolfo Walsh?) y los más importantes temas ver la luz. Sin embargo, también puede ocurrir lo contrario, y en su ejercicio, se puede caer en la complicidad de los crímenes más aberrantes (¿es necesario enumerar a los “periodistas” de la dictadura? , aquí no solo hablo de Grondona, sino de todos aquellos que desde la televisión; las radios y los diarios trabajaron para evitar que la masacre se conociera).

En definitiva, un periodista es solo un hombre y todo lo que dice y hace está impregnado de su ideología y va a regirse por sus valores éticos y morales, sean admirables como los de Rodolfo Walsh, o repulsivos como los de Mariano Grondona y sus cofrades.

 
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