Editorial

Cuarto Ambiente
*Por Hugo Delgado
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(04/12) El tema de Santa catalina es un delicado y extensísimo catálogo de canalladas y bajezas por parte de los sectores más diversos a imaginar.

Tan bajo y tan canalla en su accionar que en la mayoría de los casos llama a pensar en intereses personales inconfesables como motor del accionar de los protagonistas.
Es que en nombre de una supuesta creación de fuentes de trabajo se intentó (e intenta aún) llevar adelante un ecocidio de magnitudes inconmensurables.
Mientras en el planeta todo se busca hallar los mecanismos para salvaguardar los pulmones verdes que quedan incontaminados, en el caso del humedal lomense se lo intento ocupar con una planta de transferencia de residuos domiciliarios.
Más allá del dato, que no es menor, de que cientos de especies naturales aún conviven en este hábitat natural, lo real es que son cada vez menos los lugares que aún mantienen sus características intactas como este, sin entrar a enumerar el alto grado de vulnerabilidad que supone, no solo para este ecosistema, sino también para todas las familias que viven en los alrededores la contaminación que generaría en las napas de agua subterránea de las que se nutren para beber los vecinos de la zona.
Más allá del tema de la inescrupulosidad de la empresa en cuestión, Covelia, que no llama demasiado la atención, hay numerosos otros actores intervinientes que iremos enumerando. Pero respecto a la empresa en particular (y la figura en general) tal vez sea este el momento de ponernos a discutir si queremos convivir, como sociedad, con elementos en nuestro seno que en nombre de las ganancias a obtener puedan llevar adelante cualquier acción, aunque esta perjudique a decenas de miles de nosotros ciudadanos.
Más allá de Covelia, decía, está la ineludible responsabilidad de dos Casas de ¿Altos o Rastreros? Estudios: Las Universidades Nacionales de La Plata y Lomas de Zamora.
Ambas casas de estudios responsables al fin también del destino de esta reserva natural aunque con distintos grados de importancia.
La Universidad nacional de La Plata como ente enfermo y vaciado de contenido que en nombre de brindar mejores condiciones de estudio a sus estudiantes en la Capital Provincial no dudó en vender la propiedad a Covelia, sin tomar en cuenta algunos, al menos cuestionables, aspectos como que la tierra en realidad pertenece a la Nación.
Pero no este el aspecto más denigrante a su condición de Casa de Altos Estudios, sino el hecho de haber manifestado públicamente a través de sus voceros que no es de su responsabilidad el destino futuro del lugar, mientras se mentía inescrupulosamente a su alumnado.
Por el lado de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, si esta sociedad alguna vez se decidiera a pedir una rendición de cuentas seguramente lo haría con las autoridades de esta Casa de Estudios, que por omisión (incluso sacando el tema del medio que edita semanalmente con la plata de todos los contribuyentes) permitió a su par platense a Covelia seguir actuando.
Finalmente está el poder político, desde hace más de dos años el Intendente (ahora renunciado) Jorge Rossi ha venido brindando un guiño casi explicito a la instalación de esta planta, incluso planteándolo como un proyecto propio.
Este poder político que fue artífice de un proyecto de rezonificación de Santa Catalina que hasta ahora no ha prosperado.
Ante este inmenso poder económico, político y de presión se plantaron, en un ejemplo digno de ser tomado por los habitantes todos de esta Nación, los vecinos de Lomas de Zamora, armados solo de la verdad y su decisión de defender esta causa, a todas vista justa.
Algunos, como el Profesor De Magistris incluso fueron agredidos, pero nunca se amedrentaron dando una verdadera lección de civismo.

 
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