Una sociedad, Dos Proyectos; Dos Plazas


*Por Hugo Delgado

18/12/12-.Lo primero que surge ante la jornada del 9D es la comparación con el 8N, odiosa como todas las comparaciones, pero no por eso menos valedera.
La Plaza del odio, de la muerte y el insulto descalificador y la Plaza del amor, de la camaradería, de la mano extendida.

Alguien recordó hace no mucho la frase que reza “las mayorías no odian” y la jornada del 9D parece darle plenamente la razón.

Porque más allá de la algarabía; la felicidad; el fervor militante de algunos; la mirada sorprendida de otros; el amor colectivo de los asistentes fue mucho más que la alegría de una jornada de festejo.

Los asistentes a la Plaza de la Democracia; la Plaza de los Derechos Humanos; la Plaza del Amor y de las Madres tendieron su mano honrosamente a ese sector de la sociedad que luce permanentemente desencajado, al borde de la crispación, del estallido.
No lo hizo desde el gesto grandilocuente de la palabra, del discurso; sino desde el sencillo gesto de evitar la confrontación.

En la plaza que festejo la democracia y el respeto a los derechos humanos existió esa mano implícita en el gesto enaltecedor de la sonrisa; de la falta de insultos y agresiones en un tácito reconocimiento de que muchos de los que estuvieron en el 8N son parte, deben ser parte de esta misma plaza.

Y la sociedad argentina, esa porción mayoritaria que, de tan mayoritaria podría arrogarse el derecho de ser “toda la sociedad” se mostró sin embargo alegre, festiva y no confrontativa.
Quizás porque a sabiendas de su abrumador poder transformador y de su enorme número dentro de la sociedad, el que, en un marco democrático le permite modificar la realidad, decidió tácitamente ampliar más su piso extendiendo la mano al argentino confundido.

Porque es necesario decirlo, los argentinos debenos negarnos a creer que un porcentaje de nuestra sociedad vive alimentada por el odio; por el odio al distinto; por el odio al más débil; por el odio al justo, al solidario.

Es imperativo creer que ese casi cuarenta por ciento que voto a candidatos de la oposiciçon no es un cuarenta por ciento de xenófobos; de homófobos, de autoritarios y faccistas adoradores del odio y la muerte porque si no estaríamos jodidos como sociedad.
Seguramente una minúscula minoría radicalizada por el fanatismo pueda responder a esos valores, pero difícilmente lleguen al uno por ciento de nuestra sociedad.

Es difícil imaginar a un votante del socialismo, del real, odiando a las mayorías oprimidas, o del radicalismo, o del peronismo (aún el de derecha) o de cualquier partido democrático.
Parece obvio que existe un sector de la sociedad que ha sido confundido en sus ideas, como
ocurre con los desprevenidos que caen en manos de una secta.

Un sector de la sociedad que es beneficiado con políticas de gobierno como la Asignación Universal por Hijo; la jubilación de las amas de casa; los aumentos salariales por paritarias; solo por enumerar algunas de ellas y que manifieste su odio hacia quien lo beneficia en pos de un desequilibrado amor hacia quienes los sometieron en la marginación.

Aún un amplio sector de la clase media, hoy supuestamente afectada por políticas como el cobro de impuestos, el cierre de la importación de baratijas, la política cambiaria y otras que olvida que hoy debe tributar porque tiene ingresos y no es un mendigo trocando sus conocimientos universitarios por comida como en el fin del menemismo y la crisis del neoliberalismo del 2001.

A esos sectores confundidos, que emprenden cruzadas detrás de falsos profetas, como la Sociedad Rural cuando la 125 o Clarín con la Ley de Medios Audiovisuales la Plaza de la Democracia y los Derechos Humanos le tendió su palma invitándolos a sumarse.
Hubo artistas populares... Si

Hubo sectores organizados... Si

Hubo organizaciones políticas, movimientos sociales, organismos de derechos humanos, organizaciones de derechos sexuales y reproductivos, movimientos estudiantiles
Pero también hubo, aunque se quiera tapar el sol con un dedo muchas, pero muchas familias que no fueron en micros, ni combis, sino en tren y subtes y colectivos quienes quieran hacer como que fue una gran aparateada del gobierno caerá en el error de sobredimensionar el aparato de movilización organizada del gobierno.

Quienes quieran hacer de cuenta que no hubo gente en la Plaza, harán una vez más como en las pasadas elecciones conde aventuraban un triunfo de la oposición o una victoria acotada del gobierno apostando a profecía autocumplida, pero desoída por el pueblo.

Como cuando ocurrió la movida de la 125, el gobierno una vez más demostró que se encuentra en condiciones de liderar el cambio que se viene desarrollando en el país y que pese a la crisis internacional sigue sin perjudicar de manera preocupante a los argentinos.

Argentinos que una tarde salieron a la Plaza, como muchos años lo hicieron en soledad esas mujeres que hoy las acompañan con sus mismos pañuelos.

Argentinos que no necesitan salir a insultar a nadie porque son felices, y que desde esa inmensa felicidad, felicidad de Pueblo, tendieron sus generosas manos en silencio, cómplices, con un guiño compinche, compañero, invitando al resto a sumarse al festejo, un festejo que nunca debemos olvidar es de todos.

 
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