Seguramente en este momento, los responsables de la estrategia de
desgaste del gobierno deben estar preocupados. La acción de embargo de la
Fragata era una humillación tan grande que hubiera sido de difícil recuperación
para el gobierno. Sin embargo Cristina Fernández no solo no se desesperó, sino
que respondió con la altura y serenidad de los grandes estadistas que logran
convertir un revés transitorio en una victoria espectacular.
¿Qué dirán ahora?
¿Qué estarán pensando?
Seguramente el equipo de estrategas del desgaste está
desconcertado.
Salvando las distancias, el “suceso fragata” fue para el
gobierno nacional lo que el bombardeo alemán a Inglaterra para Churchill.
Un verdadero desastre inicial del que, no solo se salió
airoso, sino que se obtuvo una victoria que dejó al gobierno mucho más sólido
que antes.
Es difícil analizar lo que ocurrió con la fragata, hasta
doloroso.
Ahora que todo ha pasado podemos detenernos a analizar el
papel que jugaron ciertos sectores de nuestra sociedad en el tema y también a
medir la representatividad de ellos mismos.
Es que es difícil imaginar que mediciones hubiera obtenido
la oposición si se hubiera encuestado a la población sobre el tema.
Lo que si es seguro es que el gobierno ha representado el la
cuestión a mucho más del cincuenta y cuatro por ciento que obtuvo en las urnas
en las últimas elecciones.
¿Por qué me atrevo a decir esto que, a priori, resulta
temerario?
Pura y exclusivamente por la certeza de que muy pocos
argentinos van e contra de los intereses del país por conveniencia, ya sea
política o económica o de cualquier otro tipo y es necesario señalar aquí que
un sector muy importante de la oposición jugó para los intereses extranjeros.
Sin embargo esto no debería extrañarnos ni escandalizarnos
porque ya es moneda corriente en nuestra historia.
Desde el comienzo mismo de la Patria, un sector minúsculo de
la sociedad actuó a favor de sus intereses económicos y puso estos por sobre de
los del país.
Desde los famosos empréstitos y mismísimo Bernardino
Rivadavia, Presidente de la Nación y gerente de una compañía minera inglesa,
explotadora de un yacimiento que él mismo había concesionado, hasta nuestros
días las muestras sobran y no alcanzan los dedos de muchas manos para
contarlas.
¿Y por qué esta gente se pudo salir con la suya? Podría ser
la pregunta, atinada por cierto.
A fuerza de punta de pistola y asesinatos, desde luego, pero
también a fuerza de otro tipo de armas, de apariencia, solo de apariencia,
menos peligrosas.
Si nos encargamos de desmenuzar la historia vamos a
encontrar no más de cincuenta familias detrás de los hechos más oprobiosos
sufridos por la Nación a lo largo de su historia.
Desde la masacre de nativos, hasta las deudas infames, sin
olvidarse las grandes represiones y las dictaduras, que nunca fueron militares
sino cívico militares en todas sus versiones.
Esta es la cruda realidad.