20/01/13-.En Brasil y en otras partes del mundo hay millones de personas que ven novelas en la televisión. Una, actualmente, “Salve Jorge”, se desarrolla en Capadocia, Turquía, donde habría vivido san Jorge.
Entre los
estudiosos existe un debate ya antiguo sobre el lugar de su nacimiento. Ha sido
ampliamente discutido por Malga di Paulo, investigadora de la vida del santo,
que fue quien proporcionó los datos para la actual novela. Próximamente va a
ser publicado un libro suyo. Para Malga, que conoce a fondo la Capadocia, todos
los indicios llevan a aquel lugar como la patria natal de este famoso mártir.
Otros lo sitúan en Lod, Palestina, hoy Israel, donde se construyó un santuario
en su honor.
Es muy poco lo que
podemos decir de forma segura sobre el tema. La escuela de historiadores
críticos de la vida de los santos y de los mártires, surgida a partir del siglo
XVII, los Bolandistas, y su obra el Acta
Sanctorum deja abierta la
cuestión. Otro grupo, creado en torno a A. Buttler, basándose en los
Bolandistas, y accesible en portugués a través de los 12 volúmenes de La Vida de los Santos (Vozes 1984) asevera: «Hay toda una
serie de motivos para creer que san Jorge fue un mártir real y verdadero que
sufrió la muerte en Lida (Palestina) probablemente en la época anterior a
Constantino (306-337). Fuera de esto, parece quenada más se puede afirmar
con seguridad» (vol. IV, p. 188).
Me inclino por
afirmar que Palestina y no Capadocia es su lugar de nacimiento. La razón se
apoya en el hecho de que habría habido una confusión de nombres. En efecto,
había en Capadocia un obispo llamado Jorge de Capadocia, hecho históricamente
bien confirmado. Entró en la historia de la teología por las polémicas acerca
de la naturaleza de Cristo: ¿sería sólo semejante a la de Dios (arrianos) o sería
la misma (anti-arrianos)? Tal discusión dividió a la Iglesia. El emperador
Constancio II (uno de sus títulos era el de Papa) quería asegurar la unidad del
imperio mediante una confesión única, en este caso, la arriana. Ocupó
militarmente Alejandría, foco de la resistencia anti-arriana, e impuso a Jorge
de Capadocia como obispo arriano (357-361), asesinado más tarde.
Mi hipótesis es que
los primeros compiladores de la vida de san Jorge, ya en el siglo V y después
en el siglo XII, confundieron a san Jorge con ese conocido Jorge de Capadocia y
así lo hicieron nacer allí. Una hipótesis.
Dejando a un lado
la discusión, es importante recordar su figura más conocida: un guerrero
montado sobre un caballo blanco, vestido con coraza, con una cruz roja sobre
fondo blanco, enfrentándose con su lanza puntiaguda a un terrible dragón.
Como su padre era
militar siguió esa carrera. Fue tan brillante que el emperador Diocleciano lo
incorporó a su guardia personal con el alto cargo de Tribuno. Cuando este imperador
obligó, bajo pena de muerte, a todos los cristianos a renunciar a la fe
cristiana y adorar a los dioses romanos, Jorge se negó y salió en defensa de
sus hermanos en la fe. Preso y torturado, dice la leyenda que salió
milagrosamente ileso de la caldera de plomo y de varios envenenamientos. Pero
acabó siendo decapitado.
Al principio, en
Occidente era venerado como un simple mártir, con su típica palma. Con el
tiempo, y especialmente debido a las cruzadas, pasó a ser representado como
guerrero, con sus instrumentos propios, y asociado especialmente al
enfrentamiento con el dragón, símbolo del mal y del demonio.
La leyenda más
conocida en Occidente es la siguiente:
En cierta ocasión,
Jorge, como militar, pasó por Libia en el norte de África. En la pequeña ciudad
de Silca el pueblo vivía aterrorizado. En un lago vecino reinaba un terrible
dragón. Su soplo era tan mortífero que nadie podía aproximarse a él para
matarlo. Cobraba dos carneros al día. Terminados estos, exigía víctimas
humanas, escogidas por sorteo. Un día la suerte cayó sobre la hija del rey.
Vestida de novia fue al encuentro de la muerte. Y he aquí que entonces aparece
san Jorge con su caballo blanco y con su larga lanza. Hiere al dragón y lo
domina. Le amarra la boca con el cinto de la princesa y ésta lo conduce manso
como un cordero hasta el centro de la ciudad. Y todos, agradecidos, se
convirtieron a la fe cristiana.
Es patrono de
Inglaterra desde 1222 pero oficialmente sólo desde 1347 con Eduardo III, y se
celebra con fiesta solemne (the St. George’s Day), y también lo es de
Rusia, de Portugal, de Bulgaria, de Grecia, de Cataluña y de muchísimas
ciudades.
Cuando el Vaticano
en 1969 hizo una revisión de la lista de los santos y retiró de ella al popular
San Jorge, por motivos no totalmente claros, se organizó una gran polémica.
Hubo un clamor general, especialmente por parte de Inglaterra, de Cataluña y
también del equipo de futbol Corinthians. El cardenal don Paulo Evaristo Arns,
corinthiano fervoroso, intercedió ante el Papa Pablo VI en 1969 para que mantuviese
la veneración a san Jorge, al menos como celebración optativa. A lo que el Papa
respondió: “No podemos perjudicar a Inglaterra ni a la nación corinthiana;
sigan con la devoción”. En el año 2000 Juan Pablo II, con sentido pastoral,
restableció la fiesta. San Jorge está presente en las tradiciones afro: Ogum
para la Umbanda y Oxossi para el candomblé-nagô. En Río de Janeiro el 23 de
abril, que es su fiesta, es día feriado municipal, pues es el patrono oficioso
de la ciudad.
En el próximo
artículo intentaremos descifrar el arquetipo de base que subyace al guerrero
san Jorge y al dragón. Hasta entonces, hacemos nuestra la oración popular:
«Andaré vestido y
armado con las armas de san Jorge para que mis enemigos, teniendo pies no me
alcancen, teniendo manos no me peguen y teniendo ojos no me vean… que mis
enemigos queden humildes y sumisos a Vos. Amén».