La esperada reunión de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC), que se realizará en
Santiago de Chile el 26 y 27 de enero, con el encuentro además con la Unión
Europea (UE), sucede a escasos días de la asunción para su segundo mandato del
presidente Barack Obama en Estados Unidos, y en el marco dramático de la
extensión de guerras coloniales en Medio Oriente y África, que bordean
peligrosamente una guerra mundial.
Con fuertes definiciones internas, que sin duda lo enfrentarán
a los sectores más duros de su país, Obama dejó varios elementos de su política
exterior librados a pronunciamientos ambiguos, aunque asegure su preferencia
por la "solución" de conflictos por otras vías no militares.
Una certeza de que es así sería cambiar su posición irreductible, hasta ahora, en su intervención en Siria, y apostar por la solución negociada que siempre eligió el gobierno de ese país, e incluso Rusia.
Detener la expansión militar en África sería otra buena señal para América Latina, como evitar la contrainsurgencia (es decir, acciones ilegales, guerra informativas y otras) contra los gobiernos democráticamente elegidos en América Latina, no aportando financiamiento a oposiciones con proyectos desestabilizadores.
Una de las respuestas más conflictivas a lo planteado por Obama en las últimas horas vino de sus socios. La declaración de algunos legisladores británicos que plantearon solicitar a Francia su apoyo ante la posibilidad de que Argentina "vuelva a invadir" las islas Malvinas.
Varios funcionarios británicos desestimaron esta posible "invasión" Argentina de la que hablan los legisladores, que reclaman el apoyo francés para la “defensa” en Malvinas como una “devolución de favores" por la ayuda de Gran Bretaña a Francia en su intervención en Mali. En este caso, para supuestamente combatir a "milicias islámicas" (Al Qaeda), que ambos países y Estados Unidos, entre otros, introdujeron en la región para sus nuevas estrategias de invasión y ocupación de territorios.
Una certeza de que es así sería cambiar su posición irreductible, hasta ahora, en su intervención en Siria, y apostar por la solución negociada que siempre eligió el gobierno de ese país, e incluso Rusia.
Detener la expansión militar en África sería otra buena señal para América Latina, como evitar la contrainsurgencia (es decir, acciones ilegales, guerra informativas y otras) contra los gobiernos democráticamente elegidos en América Latina, no aportando financiamiento a oposiciones con proyectos desestabilizadores.
Una de las respuestas más conflictivas a lo planteado por Obama en las últimas horas vino de sus socios. La declaración de algunos legisladores británicos que plantearon solicitar a Francia su apoyo ante la posibilidad de que Argentina "vuelva a invadir" las islas Malvinas.
Varios funcionarios británicos desestimaron esta posible "invasión" Argentina de la que hablan los legisladores, que reclaman el apoyo francés para la “defensa” en Malvinas como una “devolución de favores" por la ayuda de Gran Bretaña a Francia en su intervención en Mali. En este caso, para supuestamente combatir a "milicias islámicas" (Al Qaeda), que ambos países y Estados Unidos, entre otros, introdujeron en la región para sus nuevas estrategias de invasión y ocupación de territorios.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha insistido en todo momento en que no hay salidas militares para los conflictos y que la posición de su gobierno es la negociación, el diálogo y la desmilitarización del Atlántico sur. Además, Argentina encabeza las posiciones tomadas por los organismos de integración regionales de convertir a América Latina en una región de paz y consensos.
La cumbre de la CELAC se inicia también en el marco de una campaña cada vez más activa de los medios de comunicación de la región, intentando desacreditar los pasos de la integración y a los líderes regionales. La guerra sicológica de baja intensidad que practican ha producido desinformación cruzada en estos días para golpear a los gobiernos más definidos en la causa de una integración emancipadora.
De hecho, la Unión Democrática Independiente (UDI) de la derecha chilena advirtió sobre “escraches” y movilizaciones contra la Cumbre y la figura del presidente cubano Raúl Castro, quien recibirá de manos de su colega chileno, Sebastián Piñera, la presidencia pro témpore de CELAC.
Se intenta hacer naufragar este enorme avance que significa la CELAC para el posicionamiento sólido ante un mundo que se debate en incertidumbres.
La CELAC ha logrado en sus primeros pasos, desde su presentación en Plaza de Carmen en México -el 23 de febrero de 2010-, avanzar para su constitución definitiva. Un escenario esperanzador enmarcó la reunión en Caracas, Venezuela, entre el 2 y 3 de diciembre de 2011, cuando se anunció la histórica unificación y se creó la memorable “troika” conformada por Chile, Cuba y Venezuela para ajustar los mecanismos necesarios para la actual reunión que se realiza en estos días en Chile
El pasado 9 de enero en el encuentro de cancilleres de la “troika”, el ministro chileno Alfredo Moreno se adelantó a algunos analistas expertos en pesimismo y recordó que, a pesar de las diferencias ideológicas entre los gobiernos que la integran, “todos podemos trabajar juntos y fortalecer la integración en temas claves”.
La derecha chilena y regional colocan en serias dificultades al presidente Piñera, que en ningún momento fue objetado por sus posiciones ideológicas y menos aún por políticos afines a los gobiernos de Cuba, Venezuela o el resto de países.
Lo que no se dice es que a pesar de las presiones externas sobre los gobiernos de derecha, ninguno de estos puede faltar a sus compromisos en la integración regional y menos ante la crisis severa que vive el mundo. En esta reunión se expondrán los temas claves que afectan a América Latina y el Caribe en todos los terrenos, como la necesidad de una respuesta urgente al problema social, que persiste a pesar de los enormes y codiciados recursos y riquezas.
Además, aún se está en proceso de asegurar independencias y soberanías fuertemente amenazadas por doctrinas cada vez más duras destinadas al control del mundo. Consolidar esta integración favoreciendo los intereses políticos, económicos y sociales de los pueblos es un desafío clave. Lo es también lograr mecanismos propios de solución de conflictos que puedan surgir en la región, sin intervenciones externas, así como superar diferencias culturales, políticas, económicas, grandes asimetrías y otras.
Pero ninguno de los gobiernos, aún en las antípodas ideológicas, ignora que no hay mejor protección que la propia. Sólo las derechas extremas, nunca tan dependientes del financiamiento externo, siguen haciendo su juego, sin entender que esta unidad también las preserva de crisis y amenazas de extinción a nivel global. Como los escorpiones, continúan suicidándose con sus propios aguijones.