No vaciar las palabras de contenido


*Por Hugo Delgado

29/07/13-.Los ciudadanos no podemos, ni debemos, permitir que ningún candidato se permita decir una cosa y hacer otra. Es esperable que desde el oficialismo browniano se deje de buscar responsabilidades ajenas para justificar agresiones propias.

La debacle de la política en la Argentina comenzó cuando los argentinos nos permitimos dirigentes políticos que decían una cosa y hacían otra.

Esto llegó a su clímax de cinismo cuando en los noventa, en pleno proceso de postración de los argentinos y la Argentina por parte del neoliberal Carlos Menem, quien llegó a decir “si yo decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”.

Es por esto que se hace necesario, en un proceso en el cual claramente la política se ha convertido en un tema que vuelve a enamorar a las personas, que los dirigentes políticos asuman de una vez y para siempre la responsabilidad de decir lo que realmente piensan y hacer verdaderamente lo que dicen.

No se puede, ni se debe, seguir haciendo como si no se notara que los discursos están dislocados de las acciones.

Sería realmente bueno que quienes están a favor de derogar determinadas conquistas lo expresen libremente, porque están dadas en la Nación las condiciones para que cada persona, cada político, cada ciudadano pueda expresarse sin temor a sufrir represalias.

Usemos como ciudadanos esa herramienta y obliguemos a los candidatos a decir claramente que opinan, y que es lo que piensan hacer si es que llegan al poder.

Cuando proponen cosas que se dice desde el gobierno que no se puede, como por ejemplo el 82 por ciento móvil a todos los jubilados, es necesario preguntar de donde van a sacar los fondos para hacerlo.

También es importante preguntarle a quienes votaron en contra logros como la Asignación Universal por Hijo si cambiaron de idea y, sobre todo, cual fue el motivo por el que cambiaron de ideas.

Es por esto que pie, nos debemos sentir obligados a cuestionar, a interpelar a los candidatos.

Por eso sería muy importante que el propio Darío Giustozzi se tomara unos momentos para repudiar, clara, incontrastablemente todo acto de violencia. Y cuando decimos todo acto de violencia nos referimos incluso, y estos debería repudiarlos con más vehemencia, a los actos de esta índole que partieron de sus seguidores.

El grave problema, si no lo hace, es que de alguna manera va a estar legitimándose la violencia “ante determinadas cuestiones” y lamentablemente estaríamos ante un planteo muy triste que recuerda a una Argentina que ningún argentino quiere volver a habitar, pero que por sobre todas las cosas lo pondría en la lamentable situación de proponer una determinada posición desde lo oral, pero sostener una claramente opuesta en los hechos.

 
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