Una Justicia Cínica

*Por Hugo Delgado.

19/06/13-.amos a usar estas líneas para desandar la mentira y la falsedad de los argumentos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que esconden, detrás de una supuesta neutralidad un concepto corporativo por el cual el más conservador de los poderes de la República se arroga el derecho de seguir autoeligiéndose para perpetuar la existencia de la denominada “familia judicial”.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha decretado, por seis a uno la inconstitucionalidad de la Reforma Judicial votada por amplia mayoría en el Congreso de la Nación.
El argumento más convincente esgrimido por los supremos para rebotar esta reforma es, en esencia, que no se puede politizar - partidizar la elección de los responsables de juzgar el desempeño de los jueces.
Este argumento de los Ministros de la Suprema Corte es, cuando menos pueril y francamente cínico.
Lo afirmo basado, no en mis principios, que lo califican de una manera bastante más grosera, sino en base a lo que puede leerse en cualquier diario de época (me refiero a la época en que se han renovado en el pasado inmediato) que ganó la lista que llevaba a fulanito, y que responde a la Unión Cívica Radical o ganó la lista que impulsaba a perenganito que tiene un fuerte contenido peronista.
Entonces, señores jueces, debemos entender que ustedes no leen los diarios o debemos entender que ustedes cínicamente miran para otro lado y prefieren utilizar una excusa infantil para ocultar la verdadera realidad de esta acordad: que el voto de quienes tienen la responsabilidad de juzgar a los jueces que cometen abusos en sus cargos, o tienen un mal desempeño en los mismos deben ser elegidos por sus pares, es decir una elección corporativa, en desmedro de la ciudadanía, a la que se da calidad de chusma o de segunda respecto a la “familia judicial”.
Una de las aberraciones con las que debió luchar la democracia recién instalada, allá por los comienzos de los años ochenta fue la justicia militar.
¿Recuerdan?
Se trataba de los oprobiosos estrados militares por los cuales quienes se desempeñaban en las Fuerzas Armadas poseían estrados especiales para ser juzgados por sus pares.
Con no poco esfuerzo se logró, mediante la concientización de la sociedad sobre tamaña aberración que los militares, muchos acusados de genocidas, no fueran juzgados por sus pares, en muchos casos cómplices.
Algo similar pasa ahora con la justicia.
Un poder del estado que no solo ha cometido la aberración de anquilosarse hasta niveles impensados, sino que también posee prebendas muy poco democráticas como exenciones impositivas realizadas a su antojo.
Pero como si todo esto fuera poco, nos encontramos con un Poder de la República que se niega a aceptar la condición soberana del Pueblo.
Es decir, el Poder Judicial se considera por encima de los “ciudadanos comunes” y requiere para si la nada democrática elección por casta.
La pregunta que los ciudadanos nos debemos hacer es: ¿hasta cuándo?
¿Hasta cuándo vamos a permitirles ejercer privilegios que no corresponden a una sociedad moderna?
¿Hasta cuándo vamos a tolerar que jueces que, juraron sus cargos por los estatutos del Proceso de Reorganización Nacional” sigan pisoteando los derechos constitucionales de los ciudadanos?
¿Hasta cuando aceptaremos mansamente que exista una casta en nuestra sociedad que enuncie públicamente algo que ni el más afiebrado dictador se atrevió a pronunciar: “que el pueblo no está capacitado para votar”?
Ahora la responsabilidad es de todos nosotros.
Si, de todos nosotros.
Hay quienes sostienen el lisérgico discurso que el gobierno está en retirada y por eso quiere imponer los consejeros de la magistratura por elección popular.
Seamos coherentes. O está en retirada o está en condiciones de imponer consejeros de la magistratura.
Es hora también de que los dirigentes políticos de la oposición se pongan a la altura de la historia.
No es posible que a cada modificación que plantea el gobierno del status quo salgan a cacarear buscando complicados objetivos totalitarios para utilizarlas al años siguiente.
La vociferación de los sectores de la oposición a la Reforma Judicial es igual a la esgrimida cuando se instauraron las PASO, elemento electoral que ahora esgrimen como útil ante los disensos internos.
Es hora que la oposición comprenda que difícilmente la sociedad la tomará en cuenta como opción si su único programa de gobierno es oponerse.
No oponerse a un determinado tema, sino oponerse.
Y es hora también de que comprendan que con la reforma, quizás, sea más sencillos colocar un consejero que a través de roscas y componendas.
Pero es hora, esencialmente, de que todo el espectro político, aunque también el judicial (aunque por tal no es mens político) comience a comprender que las actitudes antipopulares que esgrimen en sus acciones son cobradas dolorosamente por el pueblo en la urnas.

 
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